viernes, 1 de mayo de 2015

La "Mata Hari" española, triste dama de la crónica negra.

Las sospechas se confirmaron pronto. Los restos humanos aparecidos en casa de la marquesa pertenecían a su propia hija, fallecida a causa de una larga enfermedad. La mano, guardada en una lechera. Los ojos y la lengua, amputados con la destreza digna de un cirujano.  Y una foto inmortalizando a ambas, en el lecho de muerte de la hija, poco antes de la brutal "carnicería". El escándalo salpicó a una sociedad todavía en posguerra que observó con repugna como una de los miembros más famosos de alta sociedad copaba los periódicos acusada de un delito de profanación. Es el año 1954  y nadie se explica como una mujer educada, licenciada en derecho y que había servido como espía a España, pudiera cometer tales actos.  Una mañana, Madrid se despierta con un trágico suceso, la marquesa descuartizó a su propia hija siguiendo un ritual.  
La vida de Margarita Ruiz de Lihory bien podía haber protagonizado un guión cinematográfico. Sin embargo, es tristemente recordada como uno de los personajes más oscuros de nuestro país y como una de las asesinas más crueles de la historia negra de España.
Margarita era hija de Soledad Resines de la Bastida y de José Mª Ruiz de Lihory, político influyente durante los primeros años de reinado de Alfonso XII. Desde joven, recibió una esmerada educación. Estudió derecho y cursó también estudios de medicina en Valencia, y mientras las damas de la época estudiaban el "catecismo", ella apostó por un feminismo más que rebelde, se divorció de su esposo (Ricardo de Shelly) con quién había tenido cuatro hijos y se marchó a Marruecos, donde se dedicó al periodismo ejerciendo como corresponsal del diario La Correspondencia. Entre los años 1919 y 1923, sus crónicas de guerra y sus fotografías sobre el norte del continente africano llamaron la atención de los lectores españoles. Pero también llamaron la atención del General Primo de Rivera a quién había conocido algunos años antes en Valencia. Hay que decir, que en aquella época las relaciones diplomáticas entre Marruecos y España y que los rudimentarios servicios secretos españoles  actuaban especialmente en la zona del Rif. Margarita fue "reclutada" como espía. Sin embargo, esta aventura acabó convirtiéndola en amante del rebelde rifeño Abd-el-Krim, y por lo tanto, en doble espía, un hecho que le ha valido el apelativo de "la Mata Hari española". 
Tras la aventura en Marruecos, Margarita se marchó a EEUU donde vivió entre 1923 y 1928, desarrollando sus habilidades como pintora y dando conferencias feministas. Aunque algunos cuestionan la autoría de sus retratos, se dice que fue retratista de algunos de los hombres más importantes del momento como el presidente cubano Gerardo Machado o el presidente del gobierno mexicano, Álvaro de Obregón. 
Poco antes de los años 30, Margarita de Lihory regresó a España y se instaló con sus cuatro hijos, a los que había dejado al cuidado de su madre. Mantuvo el contacto con algunos de los hombres más importantes del momento, pues todos conocían su bagaje y su historia. Mujer de gran belleza, se le "suponen" romances con algunos de los hombres más influyentes del momento, como Primo de Rivera o Lluis Compayns. Muchos la catalogan como una mujer excepcional: feminista, abogada, pintora, pianista y también espía. Sin embargo, algo cambió el curso de la historia. Y lo que debería haber sido una vida llena de luz, pasó pronto a ser una de las crónicas más oscuras de las secciones de sucesos.
La leyenda negra: el crimen de la mano cortada
La vida de la Marquesa de Lihory podría haber pasado a la historia como la biografía de una mujer excepcional. Pero todo cambió el 30 de enero de 1954. Esa tarde, su propio hijo Luis Shelly, denunció a su madre en una comisaría. El motivo aparentemente era inofensivo: la viuda estaba obsesionada con los animales, tenía muchos de ellos. El problema era que, cuando éstos morían, la marquesa los diseccionaba personalmente. 

Hasta ahí, nada extraño, a no ser la curiosa afición de la marquesa que, dicho sea de paso, no era algo ilegal. Porqué entonces la preocupación de su hijo?.
Según Luis, la marquesa había tenido en los últimos meses un comportamiento muy raro y el servicio había dado cuenta de ello. Pero lo mas extraño ocurrió tras la muerte de su hija mayor el 19 de enero de aquel año a los 42 años, y hermana del denunciante.
La marquesa pidió quedarse sola con el cuerpo de su hija durante toda una noche. Según el hijo de la marquesa, a la mañana siguiente, las tijeras de disección de la marquesa aparecieron sobre la cama de su hija.
Ante la denuncia de su propio hijo, el escándalo no tardó en llegar a la prensa. Las autoridades intervinieron pronto y decidieron entrar en la casa de la acusada, situado en la Calle Princesa. Las sospechas empezaron a amenazar a la marquesa. Allí se encontraron, en varios tarros que contenían los ojos y la lengua de un ser humano, además de una mano de mujer. Tras la exhumación del cadáver, todas las sospechas se confirmaron: los miembros amputados pertenecían a Margot, a quién también se le había rasurado todo el pelo antes de ser enterrada. 
Tanto la Marquesa como el que entonces era su esposo, José María Bassols, fueron detenidos y llevados al pabellón psiquiátrico de Carabanchel, donde los médicos esperaban encontrar respuesta a semejante comportamiento.  Sin embargo, los interrogatorios duraron poco. Bassols fue retenido como encubridor del delito durante más tiempo, pero la marquesa abandonó pronto la prisión, dicen que por una misteriosa llamada que hizo que fuera puesta en libertad de inmediato. Siempre se ha dicho que los favores de guerra y espionaje tienen una contraprestación en el futuro. Sin embargo, las principales interrogantes sobre este caso aún estaban por resolver.
Años después, Margarita murió sola y completamente arruinada. 
¿Qué es lo que llevó a Margarita a cometer estos actos?
Ni los psiquiatras ni las investigaciones pueden aportar una respuesta precisa sobre los motivos de este comportamiento. Lo cierto es que al parecer Margarita de Lihory, era aficionada al espiritismo, doctrina muy en auge durante los años veinte. Además, su padre el barón de Alcahalí estaba relacionado con los círculos masónicos de Valencia y era autor del libro "Los endemoniados de Balsa", por lo que Margarita pudo verse contagiada por estas aficiones de su padre.
Otras fuentes también indican que durante su estancia en Marruecos, Margarita pudo entrar en contacto con diferentes sectas y participar en algunos de sus rituales, y de ahí esa morbosa afición por la disección ritual de animales que llevaba a cabo con normalidad. Lo cierto es que estas teorías se ven reforzadas teniendo en cuenta que el rasurado de los cadáveres es una práctica habitual en los enterramientos musulmanes.

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