domingo, 19 de julio de 2015

Desarrollo histórico de la Qabalah

En la historia del pueblo hebreo, Moisés, que conoció toda la sabiduría del antiguo Egipto, asentó y convirtió los principios de la Doctrina Secreta de la Qabalah en los primeros cuatro libros del Pentateuco. También inició a los setenta mayores del pueblo hebreo en los secretos de la Qabalah y ellos, a su vez, lo fueron transmitiendo oralmente de mano a mano, de generación en generación.
De todos los que formaron la línea irrompible de la tradición, David y Salomón fueron los mas profundamente iniciados dentro de la Qabalah.

Después de la muerte de Simeón Ben Jochai, que vivió en la época de la destrucción del Segundo Templo, su hijo Rabbi Eleazar y su secretario Rabbi Abba, ambos discípulos adelantados, publicaron un tratado de Rabbi Simón Ben Jochai, una composición célebre llamada ZHR, Zohar, esplendorosa obra que se erigió como el gran archivo de la Qabalah.
La Qabalah tomada en su forma tradicional y literal, como está contenida en el Sepher Yetzirah, Beth Elohim, Pardis Rimonim y Sepher ha Zohar, es en su mayor parte ininteligible o, a primera vista, un completo disparate para la persona lógica corriente. Sin embargo, contiene como instrumento fundamental de trabajo la joya mas preciosa del pensamiento humano, esa disposición geométrica de nombres, números, símbolos e ideas llamada “El Árbol de la Vida”. Se le llama la mas preciosa joya porque ha sido considerada como el sistema mas conveniente descubierto para clasificar y registrar sus relaciones, lo cual comprueban las ilimitadas posibilidades para el pensamiento análitico y sinteético que se derivan de la adopción de este esquema.
La critica literaria señala como textos principales de la Qabalah al Sepher Yetzirah (atribuido a Rabbi Akiba) y al Sepher ha Zohar (de Rabbi Simeón Ben Yochai), en el siglo XVIII el primero y en el siglo III o IV el segundo.
Algunos historiadores sostienen que la Qabalah es un derivado de ideas Pitagóricas, Gnósticas y fuentes Neoplatónicas.
En su brillante ensayo "El Origen de Las Letras y Los Números de acuerdo con el Sepher Yetzirah", Mr. Phineas Mordell sostiene que la Filosofía de números de Pitágoras (el mas grande enigma de todos los sistemas filosóficos de la antigüedad) es idéntico al del Sepher Yetzirah, y que su filosofía surgió aparentemente de una de las escuelas fonéticas hebreas. Mordell, finalmente, aventura la opinión de que el Sepher Yetzirah representa los fragmentos genuinos de Philolao, que fue el primero en publicar la filosofía de Pitágoras, y que Philolao parece corresponderse curiosamente con Joseph ben Uziel, que escribió el Sepher Yetzirah.
Si la segunda teoría puede mantenerse, podemos entonces suponer un origen pre-Talmudico para el Sepher Yetzirah, probablemente el siglo II anterior a la Era Cristiana.
El Zohar, si realmente el trabajo de Simeón ben Yochai no fue consignado por escrito en aquel momento pero había sido oralmente transmitido por los compañeros de las Asambleas Santas, fue finalmente escrito por Rabbi Moses ben Leon, en el siglo XIII.
Madame Blavatsky aventura la hipótesis de que el Zohar, como ahora lo poseemos, fue adaptado y reeditado por Moses de Leon después de haber sido desfigurado en su mayor parte por rabinos judíos y eclesiásticos cristianos antes del siglo XIII.
El Dr. S.M. Schiller Szinessy, que fue profesor de literatura rabínica y talmúdica en Cambridge, dice:
El núcleo del libro es de los tiempos Mishnicos. Rabbi Simeón ben Yochai fue el autor del Zohar en el mismo sentido que Rabbi Yohanan fue el autor del Talmud palestino; es decir, dio el primer impulso a la composición del libro. Y consideró que Mr. Arthur Edward Waite, en su obra clásica y erudita “La Santa Qabalah”, donde examina la mayoría de los argumentos que se refieren al origen e historia del Libro de los Esplendores, se inclina por la opinión ya expresada aquí, evitando las posturas extremas, creyendo que, mientras una gran parte pertenece realmente a la era de ben Leon, una mayor parte lleva de forma indeleble el sello de la Antigüedad.
Una presentación muy parecida a la hipótesis anterior, puede encontrarse en “El Misticismo Judío” del Prof. Abelson, donde leemos:
Debemos guardarnos de seguir la opinión equivocada de un cierto grupo de teólogos judíos que nos haría contemplar la totalidad de la Qabalah medieval (de la cual el Zohar es una parte visible y representativa) como una importación exterior, repentina y extraña. Realmente es una continuación de la vieja corriente de pensamiento Talmúdico y Midrashico, con la adición de elementos extraños recogidos, como era inevitable por la trayectoria de la corriente a través de muchas tierras; elementos cuya asociación debe haber transformado en muchas formas el matiz y la naturaleza original de la corriente.
Sea como sea, e ignorando los aspectos estériles de controversia, la aparición publica del Zohar fue la gran señal en el desarrollo de la Qabalah, y hoy en día podemos dividir su historia en pre-Zoharica y post-Zoharica.
Mientras que no se puede negar que hubo profetas judíos y escuelas místicas de gran habilidad, y que poseían gran cantidad de saber recóndito en los tiempos Bíblicos, como el de Samuel, los Essenes, y Philo, la primera escuela qabalística de la cual poseemos público y exacto registro, fue conocida como la Escuela de Gerona en España (siglo XII DC), llamada así porque su fundador, Isaac el Ciego, y muchos de sus discípulos nacieron allí. No se sabe prácticamente nada del fundador de la escuela. Dos de sus estudiantes fueron Rabbi Azariel y Rabbi Ezra. El primero fue el autor de una obra filosófica clásica titulada “El Comentario Sobre las Diez Sephiroth”, una excelente y la mas lúcida exposición de filosofía qabalística, considerada una obra autorizada por aquellos que la conocen.
Estos fueron aventajados por Nachmanides, nacido en 1195 D.C., quien fue el artífice de la atención prestada a este sistema esotérico en aquellos tiempos en España y en Europa en general. Sus obras tratan, principalmente, de los tres métodos de permutación de números, letras y palabras.
La filosofía qabalistica experimentó una profunda elaboración y exposición en manos de Isaac Nasin y Jacob ben Sheshet, en el siglo XII.
La próxima en sucesión fue la Escuela de Segovia, y sus discípulos, entre los cuales estaba Todras Abulafia, un médico y financiero que ocupó una de las posiciones mas importantes y distinguidas en la corte de Sancho IV, Rey de Castilla.
La característica predisposición de esta escuela fue su devoción a los métodos exegéticos; sus discípulos se esforzaron por interpretar la Biblia y el Hagadah de acuerdo con la doctrina de la Qabalah.
Otra escuela contemporánea creyó que el judaísmo de aquel momento, tomado desde un punto de vista exclusivamente filosófico, no indicaba “el camino correcto al Santuario”, y se esforzaron en combinar filosofía y Qabalah ilustrando sus diversos teoremas con formulas matemáticas.
Hacia el año 1240 nació Abraham Abulafia. Estudió filología, medicina y filosofía, así como los pocos libros de Qabalah que en aquel momento existían. Pronto intuyó que la filosofía de los números de Pitágoras era idéntica a la expuesta en el Sepher Yetzirah y, mas tarde, insatisfecho con la investigación académica, se dedicó a aquel aspecto de la Qabalah denominado Qabalah Práctica, que hoy en día llamamos Magia.
El Zohar impresionó de tal forma al célebre metafísico Ramón Lull, que le sugirió el desarrollo del Ars Magma, una idea en cuya exposición exhibe las mas sublimes ideas de la Qabalah, contemplándola como a una ciencia divina y una revelación genuina de Luz en el alma humana. Fue una de aquellas pocas figuras aisladas atraídas por su estudio, que entendió su uso de un tipo particular de símbolos, y se esforzó en construir un alfabeto filosófico y mágico práctico.
Abraham Ibn Wakar, Pico di Mirandola, Reuchlin, Moses Cordovero, e Isaac Luria, son unos pocos de los pensadores mas importantes anteriores al siglo XVII cuyas especulaciones han afectado en formas diversas al progreso de investigación Qabalística.
El primero (un aristoteliano) hizo una tentativa realmente noble de reconciliar a la Qabalah con la filosofía académica de su tiempo, y escribió un tratado que es un excelente compendio de Qabalah.
Mirandola y Reuchlin fueron cristianos que emprendieron un estudio de la Qabalah con el motivo oculto de obtener un arma adecuada con la cual convertir a los judíos al cristianismo.
Cordovero se convirtió en un maestro de la Qabalah a una temprana edad y sus obras son filosóficas y tienen poco que ver con la cuestión práctica o mágica.
Luria fundó una escuela totalmente opuesta a la de Cordovero. El mismo fue un celoso y brillante estudiante del Talmud y del saber rabínico, pero se encontró con que el simple retiro a una vida de estudio no le satisfacía. Acto seguido se retiró a las orillas del Nilo, donde se dedicó exclusivamente a la meditación y a las prácticas ascéticas, recibiendo visiones de carácter sorprendente. Escribió un libro exponiendo sus ideas sobre la teoría de la Reencarnación ("ha Gilgolim"). Un alumno suyo, Rabbi Chayim Vital, produjo una amplia obra titulada “El Árbol de la Vida”, basada en las enseñanzas orales del maestro, dando de esa forma un ímpetu tremendo al estudio y práctica qabalistica.
Existen varios qabalistas de diversa importancia en el periodo intermedio de la historia del Post-Zoharico. Rusia, Polonia y Lituania dieron refugio a gran numero de ellos.
El movimiento evangelista espiritual, inaugurado entre los judíos de Polonia por Rabbi Israel Baal Shem Tov en la primera mitad del siglo XVIII, es lo suficientemente importante como para citarlo aqui.
Pues, aunque el Jasidismo, como se llamó a este movimiento, deriva su entusiasmo del contacto con la naturaleza y con el aire libre de los Cárpatos, tiene su origen literario y su significativa inspiración en los libros que forman la Qabalah.
El Jasidismo dio las doctrinas del Zohar al “Am ha-Aretz” como ningún grupo de rabinos había conseguido hacerlo, y además, parece ser que la Qabalah Practica recibió al mismo tiempo un impulso considerable. Pues nos encontramos con que Polonia, Galicia y ciertas zonas de Rusia fueron escenarios de actividades de rabinos errantes y especialistas del Talmud, a quienes se les dio el nombre de “Tsadikim” o magos; hombres que asiduamente dedicaban su vida y sus poderes a la Qabalah Práctica. Aun así, no fue hasta el siglo pasado, con un impulso a toda clase de estudios de mitología comparativa y controversia religiosa, que descubrimos un intento de unificar todas las filosofías, religiones, ideas científicas y símbolos en un Todo coherente.
Eliphaz Levi Zahed, un diacono católico romano de señalada perspicuidad, publicó un brillante volumen en 1852, “Dogma y Ritual de Alta Magia”, en el que encontramos síntomas claros e inequívocos de una comprensión de la base esencial de la Qabalah. Sus diez sephiroth y las veintidos letras del alfabeto hebreo como una organización adecuada para la construcción de un sistema práctico de comparación y síntesis filosófica.
Se dice que publicó esta obra en un momento en que la información sobre todos los temas ocultos estaba rigurosamente prohibida por la Escuela Esotérica a la cual pertenecía.
Hallamos después un volumen afín publicado poco tiempo después, “La Historia de la Magia”, donde indudablemente para protegerse de la censura que apuntaba hacia el y para despistar a insospechados seguidores de la pista contradice sus anteriores teorías y conclusiones.
Varios fieles expositores de impecable erudición de la ultima mitad del siglo XIX fueron los artífices de la moderna regeneración de los principios fundamentales y sensatos de la Qabalah, sin ribetes teológicos ni supersticiones histéricas que habían sido depositadas sobre esta venerable y arcana filosofía durante la Edad Media. Algunos de ellos fueron: W. Wynn Westcott que tradujo el Sepher Yetzirah al inglés y escribió “Una Introducción al estudio de la Qabalah”; S.L. McGregor Mathers el traductor de partes del Zohar y “La Magia Sagrada de Abramelin el Mago”; Madame Blavatsky, aquella mujer de corazón de león, que atrajo la atención de estudiantes occidentales por la filosofía esotérica oriental; Arthur Edward Waite, que realizo sumarios asequibles y muy bien expuestos de varias obras qabalisticas.

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