La catedral de Trondheim es el edificio medieval mas bello de escandinavia y una de las más bellas de la cristiandad, y antiguamente tenía una torre tan alta como el cielo. La construcción de la propia iglesia fue una labor digna de San Olav (rey vikingo y después santo), pero colocar una torre sobre ella estaba más allá de sus capacidades. San Olav prometió el sol a quién construyera una torre. Dado que ningún hombre se atrevió a hacerlo, un troll que vivía en el acantilado Hadle, se ofreció a realizar el trabajo, a cambio de recibir lo prometido por San Olav.
Aparte el troll añadió otra condición, la de que San Olav no debía dirigirse a él por su nombre, teniendo en cuenta que él podría arreglárselas para saber quién era. A partir de ese momento, San Olav se encontró en un aprieto por la promesa hecha e intentó buscar alguna pista para conocer el nombre del troll. Así en una ocasión salió a navegar a media noche a lo largo del acantilado Hadle y llegó al lugar que aún se conoce como "La Vieja", donde para su sorpresa oyó a un niño llorar dentro de la roca y a su madre tratando de apaciguarlo con la promesa de que le daría " el oro del cielo, o sea el sol, cuando Tvaester volviera a casa".
Alborozado San Olav regresó a la ciudad en el último instante, ya que la torre hendía orgullosa el aire y el troll estaba fijando la última borla dorada en la veleta.
Entonces San Olav gritó: "¡ Tvaester, has puesto la veleta demasiado hacia el oeste". En el mismo instante en que el troll oyó su nombre cayó muerto.
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