sábado, 21 de julio de 2012

La leyenda de Volundr

Según cuenta la vieja leyenda, el rey de los lapones tenía tres hijos fuertes y vigorosos que se dedicaban a esquiar y cazar animales. El primero se llamaba Slágfid, el segundo Égil y el tercero Völundr. Durante sus viajes llegaron a Ulfdálir , el lugar que se conoce como Los valles del lobo y prendados de la belleza del paraje y felices por la abundancia de caza, construyeron allí una casa.
Una mañana que habían salido muy temprano de caza, descubrieron en la orilla de un lago cercano a tres hermosas mujeres que estaban hilando lino. Eran valkirias en su tiempo de descanso y el que estuvieran tejiendo lino las relaciona con el poder sobre el destino y el tiempo que les han otorgado las Nornas. Dos de ellas eran las hijas del rey Hlódver: Hládgud Svánhvit de piel clara y mirada inocente, apodada la blanca como el cisne y Hérvor Álvit , ávida siempre de saber y de sentarse a escuchar los relatos de su padre con pasión, por lo que la conocían como la llena de ciencia; y la tercera, Olrin, se dice que era hija de Kiar el jarl de Válland
Descubiertas en su recreo, las doncellas no tuvieron mas remedio que aceptar la propuesta de matrimonio de los tres hermanos. Cada hermano tomó por esposa a una mujer: Slágfid se casó con Svánhvit, Égil con Olrin y Völundr con Álvit. Y se dice que grande fue durante algunos años la felicidad que embargo a las tres parejas.
Después de siete años viviendo juntos, las mujeres sintieron nostalgia de las tierras del sur desde donde habían llegado y se fueron volando una buena mañana para no regresar. Los dos hermanos mayores se fueron en su busca y recorrieron sin fruto todas las tierras circundantes, pero Völundr se quedó en Ulfdálir con la esperanza de que su esposa regresara algún día a el, pues nunca la había faltado y le constaba que ella le amaba tanto como el la amaba a ella. Para regalárselo cuando volviera, talló un collar magnífico formado por 700 anillas de oro. De esta forma, trabajo sin descanso, para rematar tan excelsa joya y se dice que su martillo golpeaba día y noche, y que durante muchas lunas, el fuego de su fragua fue perpetuo.
Cuando Nídud, el rey de Suecia, se enteró de que existía un collar tan espléndido mandó a sus hombres que se lo trajeran, ansiaba tan preciada joya para si, como símbolo de status y de su poder , pues ningún mortal poseía nada similar. Aprovechando que Völundr había salido de su casa a por leños con los que alimentar la fragua, los soldados entraron y encontraron las anillas que habrían de formar el collar. Sin embargo, no se atrevieron a robarlas y se limitaron a llevarse una sola anilla, pensando que entre tantas, su soberano no notaria la falta. Al regresar, Völundr se dio cuenta de que faltaba una anilla para montar su collar, pero pensó que, ya de vuelta, se lo habría llevado su mujer Álvit, pues a ella le agradaba a veces encapricharse de alguna de sus creaciones, así que con el pensamiento de que todo era parte de un juego de seducción de su amada, se limito a la feliz espera . Mientras la esperaba, se quedó dormido y los soldados que habían estado espiando agazapados, le aprisionaron y le cargaron de gruesas cadenas.
Para impedir que huyera, Nídud ordenó que le cortaran los tendones y que lo confinasen en un islote enfrente de la costa llamado Sevarstadr "El enclave del mar". Además, se quedó con su espada mágica y dio la anilla de oro a su hija Bódvild como un regalo especial, cosa que enojo mucho a Volundr , pues consideraba que esas anillas doradas eran parte del regalo para su amada. El cruel Nidud se burlo de el , diciendo que si realmente era un hijo de los elfos y un maestro en el arte mágico, forjase el mismo el instrumento de su liberación, y así, lisiado y mascando su rabia y su lenta venganza, quedo Volundr confinado en un viejo torreón con fragua en el islote, condenado a trabajar sin descanso, creando hermosas joyas para el tirano.
Tan solo el rey se atrevía a ir hasta Sevarstad, donde Völundr permanecía prisionero fabricando todo tipo de piezas valiosas. Pero Völundr no se dio por vencido. Durante las noches, sisaba pequeñas gotas de precioso oro y plata en cada envío, pero tan pequeñas eran las cantidades sustraídas, que nadie se dio cuenta de que poco a poco, acumulaba recursos para su fuga. De este modo, con plumas de oro y plata pura construyó unas alas que oculto entre la sucia paja donde descansaba poco y mal, y fingiendo sumisión, realizó unas alhajas que atrajeron la atención de los dos hijos de Nídud en cuanto su avaro padre alardeo de ellas
Los hermanos fueron en secreto hasta el islote cargados con sacos de oro , plata y gemas, pretendían que se les forjasen joyas similares, que pudiesen lucir como príncipes y futuros aspirantes al trono. Volundr conocía la codicia que despertaba su trabajo y aprovechó que estaban mirando embelesados el interior de un arca dorada que el artesano había prometido llenar de maravillosas joyas, para cortarles la cabeza. Con sus cráneos talló dos copas recubiertas de plata y se las entregó al rey; con sus ojos, piedras preciosas que envió a la reina; y con sus dientes, broches preciosos que regaló a Bódvild.
Algunos dicen que con el resto de sus cuerpos, alimentó su fragua y siguió forjando como si nada hubiese pasado, otros que los arrojo desde la ventana de la vieja torre al mar y que jamás se volvió a saber de los muchachos, a los que todos dieron por desaparecidos, por mas que los buscaron, nadie dio con su paradero.
Días después, a Bódvild se le rompió la anilla de oro y fue hasta el islote para que Völundr la arreglase. El herrero se mostró muy cordial y fingió que estaría encantado de reparar la anilla. Le ofreció un vaso de cerveza, Bódvild bebió confiada y cayó dormida víctima de un narcótico. Völundr aprovechó para violarla, dejándola embarazada, y luego salió volando de su encierro con las alas que había construido.
Antes de irse definitivamente, se acercó al palacio de Nídud y antes de que este pudiese hacer nada, ya se había apropiado de su espada mágica con la que amenazo al rey y, a cambio de que le prometiese que no haría daño a Bódvild, ya que ella no tenia culpa de nada y le permitiese conservar al hijo que estaba esperando, le contó la terrible verdad sobre la muerte de sus hijos mientras se marchaba volando entre carcajadas.
De este modo, cumplió Volundr su venganza, y aunque jamás volvió a ser capaz de andar, sus obras siguieron impresionando a hombres y dioses.

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