sábado, 16 de junio de 2012

Supersticiones : Mal de ojo

Una “mala mirada”, una “mirada asesina”, “si las miradas pudieran matar” y “mirar aviesamente” son tan sólo unas pocas de las expresiones comunes derivadas de uno de los temores más universales: el del mal de ojo. Se encuentra esta superstición virtualmente en todas las culturas.
En la antigua Roma, los hechiceros profesionales especializados en mal de ojo eran contratados para ejercer sus sortilegios contra los enemigos de una persona. A todos los gitanos se les acusaba de tener ese poder siempre temible, que también estaba difundido a través de la India y el Oriente Próximo.
En la Edad Media, los europeos temían tanto padecer sus efectos, que cualquier persona cuya mirada estuviera desviada o presentara cualquier anomalía podía ser candidata a morir en la hoguera. Un caso de cataratas podía significar la muerte para el desdichado que las sufría.
¿Cómo pudo originarse independientemente esta creencia entre tantos pueblos distintos?. Una de las teorías más aceptadas por los folkloristas se refiere al fenómeno del reflejo en la pupila. Al mirar a los ojos de una persona, nuestra propia imagen, minúscula, aparecerá en la parte oscura de la pupila. y, de hecho, nuestra palabra “pupila” procede de la palabra “pupilla”, que en latín significa “muñequita”.
Al hombre primitivo debía de resultarle extraño y atemorizador el hecho de contemplar su propia imagen en miniatura en los ojos de otros. Debía de creerse en peligro personal, al pensar que aquella reproducción de sí mismo pudiera alojarse permanentemente en una mirada maligna, y ser secuestrada por ella. Esta noción se ve reforzada por la creencia, entre las tribus primitivas africanas, hace menos de un siglo, de que ser fotografiado equivalía a perder para siempre el alma.
Los egipcios tenían un curioso antídoto contra el mal de ojo: el kohl, el primer cosmético de la historia. Utilizado por hombres y mujeres, se aplicaba formando un círculo o en un óvalo alrededor de los ojos. La base química era el antimonio, un metal, y si bien los adivinos preparaban el compuesto que se aplicaban los hombres, las mujeres se fabricaban sus propias fórmulas a base de antimonio, a las que añadían sus ingredientes secretos predilectos.
Actualmente, nadie está seguro al respecto, pero unos círculos de pintura oscura alrededor de los ojos absorben la luz solar y, por consiguiente, minimizan el reflejo en el ojo. Este fenómeno les es familiar a los jugadores de béisbol y fútbol americano, que se aplican una grasa negra debajo de cada ojo antes del partido.
Los antiguos egipcios, que pasaban largo tiempo bajo la cruda luz del desierto, pudieron haber descubierto por su cuenta este secreto, e ideado esta máscara, no primordialmente con fines de embellecimiento, como suele creerse, sino para otras finalidades de tipo práctico y supersticioso.

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