CAPITULO XII
CAUSACION
"Toda causa tiene su
efecto; todo efecto tiene su causa; todo ocurre de acuerdo con la
ley. Azar no es más que el nombre que se da a una ley desconocida;
hay muchos planos
de causación, pero ninguno
escapa a la ley". EL KYBALION.
EL Sexto Gran Principio Hermético - el principio de Causa y
Efecto - encierra la verdad de que nada sucede casualmente; que la casualidad
es solo un término que indica la existencia de una causa no reconocida o
percibida; que el fenómeno es continuo, sin soluciones de continuidad.
El Principio de Causa y Efecto está tras todo pensamiento
científico, antiguo o moderno, y fue enunciado por los Instructores Herméticos
de los tiempos primitivos.
Y si bien han surgido muchas discusiones y disputas entre las
varias escuelas de pensamiento, esas disputas han versado especialmente sobre
los detalles de la operación del citado principio, y también sobre el
significado de determinadas palabras. El inmanente principio de Causa y Efecto
ha sido aceptado como correcto por todos los pensadores del mundo que merecen
realmente tal calificativo. Pensar de otra manera sería sacar el fenómeno del
universo del dominio de la ley y del orden, relegándolo a ese algo imaginario
al que el hombre ha dado el nombre de casualidad.
Un poco de meditación evidenciaría que no existe absolutamente
tal casualidad. Webster define la palabra casualidad diciendo que: " es un
supuesto agente o modo de actividad diferente de una fuerza ley o propósito; la
operación o actividad de dicho agente; el efecto supuesto de tal agente; un
suceso, una cosa fortuita, una casualidad, etc." Pero un poco de
meditación demostrará que no puede existir dicho agente casual, en el sentido
de algo externo y fuera de la ley, algo aparte de la causa y del efecto.
¿Cómo podría existir algo actuando en el universo fenomenal,
independiente de las leyes, del orden y de la continuidad del último? Tal
agente sería algo completamente independiente del tren coordinado del universo,
y, por consiguiente, sería superior a él. No podemos imaginar nada fuera del
TODO, más allá de la ley, y esto porque el TODO es precisamente la ley en sí
mismo. No hay sitio en el universo para nada externo o independiente de la ley.
La existencia de algo semejante convertiría a todas las leyes naturales en
inefectivas, y sumergiría al universo todo en el desorden más caótico.
Un examen cuidadoso demostrará que lo que llamamos casualidad es
meramente una expresión concerniente a causas oscuras, causas que no podemos
percibir, causas que no podemos comprender. La palabra causa se deriva de una
frase que significa "echar los dados", siendo la idea encerrada que
la caída es meramente una ocurrencia, sin relación con causa alguna. Y en este
sentido suele emplearse la palabra en cuestión. Pero cuando se examina el
asunto detalladamente se verá que no hay tal casualidad absolutamente en la
caída de un dado. Cada vez que cae el dado mostrando cierto número, obedece a
una ley tan infalible como la que gobierna la revolución de los planetas en
torno del Sol. Tras la caída del dado existen causas, o cadenas de causas,
eslabones en ininterrumpida sucesión, hasta donde la mente no puede alcanzar.
La posición del dado en la capa, la suma de energía muscular empleada al
arrojarlo, el estado de la mesa, etc., son otras tantas causas cuyo efecto
puede verse. Pero, tras éstas, hay encadenamiento de causas invisibles
precedentes, todas las cuales obran sobre el número que el dado debe mostrar en
su cara superior.
Si se arrojan los dados un gran número de veces, se verá que los
puntos marcados son casi iguales, esto es, que habrá igual número de unos, de
dos, etc. Arrójese una moneda al aire, y al caer dará cara o cruz. Pero si se
arroja un número de veces suficiente, las caras y las cruces se igualarán. Pero
todo cae bajo la operación de la Ley de Causa y Efecto, y si pudiéramos
examinar todo el eslabonamiento de causas veríamos claramente que era sencillamente
imposible que el dado cayera en otra forma que en la que cayó, bajo las mismas
circunstancias y al mismo tiempo. Siendo las mismas causas, se produce siempre
el mismo resultado. Toda ocurrencia tiene su causa y su porqué. Nada ocurre sin
causa, o, mejor dicho, sin una cadena de causas.
Al considerar este principio muchos se quedan confusos, porque no
pueden explicar como una cosa puede ser causa de otra, esto es, ser la primera
creadora de la segunda. En realidad, ninguna cosa puede producir o crear otra.
La causa y el efecto residen meramente en los sucesos. Un suceso o
acontecimiento es lo que viene, llega u ocurre como consecuencia o resultado de
un acontecimiento o evento anterior. Ningún acontecimiento crea otro, sino que
no es nada más que el eslabón precedente en la gran cadena coordenada de
sucesos que fluyen de la energía creadora del TODO. Hay una continuidad de
solución entre todos los acontecimientos precedentes, consecuentes y
subsecuentes. Existe siempre una relación entre todo lo que ha pasado y todo lo
que sigue. Una piedra se desprende de la montaña y se aplasta contra el tejado
de una granja situada en el valle vecino. A primera vista parece obra de la
casualidad; pero si se examina la materia se encontrará una gran cadena de causas
tras ese acontecimiento. En primer lugar estaba la lluvia que ablandó la tierra
que sostenía a la piedra, permitiéndole así caer; antes de esa causa estaba la
influencia precedente del Sol y de otras lluvias, las que gradualmente fueron
desintegrando la piedra de la roca; antes aun, estaban las causas que
contribuyeron o produjeron la formación de la montaña y su elevación sucesiva
por medio de las convulsiones de la Naturaleza, y así ad infinitum.
Además podemos revisar las causas de la lluvia, podemos considerar
la existencia del tejado. En una palabra, pronto nos encontraríamos envueltos
en un laberinto de causas y efectos del que pronto tendríamos que luchar para
escaparnos.
Así como un hombre tiene dos padres y cuatro abuelos y ocho
bisabuelos, y dieciséis tatarabuelos y así sucesivamente, de manera que al cabo
de cuarenta generaciones se calcula el número de antecesores en muchos
millones, así también suceden con el número de causas que subyacen tras el
suceso o fenómeno más nimio, tal como el paso de un liviano trocito de carbón
llevado por el viento. No es nada fácil seguir la pista de esa partícula de
hollín hasta los primitivos períodos de la historia del mundo, cuando formaba
parte de un macizo tronco, que más tarde se convirtió en carbón, y así sucesivamente,
hasta el momento en que pasaba volando ante nosotros en busca de otras muchas
aventuras. Y una poderosísima cadena de acontecimientos, de causas y efectos,
la llevó hasta su actual condición, y ésta no es más que uno de los tantos
sucesos de la cadena, y que seguirán produciendo más y más eventos durante
centenares y centenares de años a contar desde ahora. Una de las series de
acontecimientos originados por esa partícula de hollín flotante ha sido el
escribir estas líneas, lo que ha obligado a un tipógrafo a realizar cierto
trabajo; esto despertará en vuestras mentes ciertos pensamientos, así como en
las de los demás, los que a su vez afectarán a otros, y así sucesivamente,
hasta donde la mente no puede alcanzar, y todo por el simplismo vuelito de una
partícula de hollín, todo lo cual muestra la relatividad y asociación de las
cosas y la deducción consiguiente de que nada hay grande ni pequeño en la mente
que todo lo creó.
Meditemos un momento. Si cierto hombre no hubiera encontrado a
cierta mujer en la obscura Edad de Piedra, vos, que estáis ahora leyendo estas
líneas, no estaríais ahora aquí. Y si, quizá, la misma pareja no se hubiera
encontrado, los que escribimos estas líneas tampoco estaríamos aquí. Y el mismo
hecho de que nosotros, por nuestra parte, escribamos, y de que vos leáis por la
vuestra, afectará no solamente nuestras propias vidas, sino que también tendrá
un efecto directo o indirecto sobre muchas otras personas que viven actualmente
o que vivirán en las edades por venir. Todo pensamiento generado en nuestra
mente, todo acto realizado, tiene sus resultados directos e indirectos, que se
eslabonan coordinadamente en la gran cadena de Causas y Efectos.
No
deseamos entrar a discutir sobre el libre albedrío y el determinismo, en esta
obra, por múltiples razones. entre otras muchas, la principal es que ningún
lado del asunto es completamente exacto, siendo en realidad ambos parcialmente
verdad, de acuerdo con las enseñanzas herméticas. El Principio de Polaridad
demuestra que ambos aspectos son semiverdades: los opuestos polos de la verdad.
La verdad es que el hombre puede ser a la vez libre y limitado por la
necesidad, dependiendo todo del significado de los términos y de la altura de
la verdad desde la cual se examine el asunto. Los antiguos escritores
expresaban el punto diciendo que: "Cuanto más lejana está la creación del
Centro, tanto más limitada está. Cuanto más próxima está del Centro, tanto más
libre está".
Los hombres en su mayoría, son más o menos esclavos de la
herencia, del medio ambiente, etc., y manifiestan muy poco libre albedrío. Se
ven arrastrados por las opiniones, costumbres y pensamientos del mundo externo,
así como también por sus emociones, sentimientos y modalidades. No manifiestan
el menor dominio de sí mismo que merezca ese nombre. Y con indignación rechazan
esa afirmación diciendo: "Yo puedo obrar ciertamente con plena libertad y
hacer lo que se me dé la gana; hago precisamente lo que quiero hacer".
Pero no pueden explicar por qué o de donde viene el "necesito" y me
"gusta". ¿Qué es lo que les hace querer una cosa con preferencia a
otra? ¿Qué es lo que les hace "gustar" una cosa y no otra? ¿No hay
ninguna "razón" para sus "gustos" y
"necesidades"? el maestro puede transformar los "agrados y
"necesidades" en otros en el extremo opuesto de su polo mental. Puede
y tiene la capacidad de "querer, querer" en vez de querer porque
algún sentimiento, modalidad, emoción o sugestión del medio ambiente despierte
en él una tendencia o deseo de hacer tal o cual cosa.
La mayoría de los hombres es arrastrada como si fuera una piedra,
obedeciendo al medio ambiente, a las influencias externas y a las modalidades,
deseos y emociones internas, etc., por no hablar de los deseos y voluntades de
los demás que son más fuertes. La herencia, el medio ambiente y las sugestiones
los arrastran sin la menor resistencia por su parte, sin que ejerciten en modo
alguno su voluntad. Movidos como las fichas en el tablero de ajedrez de la
vida, desempeñan su parte y se quedan a un lado después del juego. Pero los
Maestros, que conocen las reglas del juego, se elevan por encima del plano de
la vida material, y colocándose en contacto con los poderes superiores de sus
naturalezas dominan sus propias modalidades, caracteres, cualidades y
polaridades, así como el medio ambiente que los rodee, haciéndose en esta forma
directores del juego en vez de meras fichas: Causas en vez de Efectos. Los
Maestros no se libran de la causación en los planos superiores, sino que están
bajo el contralor de esas más elevadas leyes, y haciendo uso de estas se hacen
dueños de las circunstancias en los planos inferiores. De esta manera forman
una parte consciente de la Ley, en vez de ser sus ciegos instrumentos. Mientras
obedecen y sirven en los Planos Superiores, dominan y son dueños del plano
material.
Pero, tanto arriba como abajo, la Ley está siempre en operación. No
existe tal casualidad o azar. La ciega diosa ha sido abolida por la razón.
Ahora podemos ver, con ojos iluminados por el conocimiento, que todo está
gobernado por la ley universal y que el infinito número de leyes no es más que
manifestaciones de la Única Gran Ley: la Ley que es el TODO. Es, pues, muy
cierto que ni siquiera un gorrión deja de estar presente en la Mente del TODO,
que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados, según dicen las
escrituras. Nada hay fuera de la ley; nada ocurre en contra de ella. Pero, a
pesar de ello, no se vaya a caer en el error de que el hombre es un autómata
ciego, al contrario. La doctrina hermética dice que el hombre puede emplear la
Ley contra las leyes, que lo superior siempre prevalecerá contra lo inferior,
hasta que el hombre haya alcanzado aquel estado en el que buscará refugio en la
LEY misma y podrá evadirse de todas las leyes fenomenales. ¿Se puede comprender
el significado íntimo, interno, de esto?.
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