Un imperecedero mito popular,
aunque recogido en publicaciones académicas, mitifica el uso de este aparato.
La opinión tradicional es que el cinturón de castidad se usaba para garantizar
la fidelidad de las esposas durante largas ausencias de los maridos, y sobre
todo - nadie sabe porqué, ya que no hay evidencias documentales que den soporte
a tal idea - de las mujeres de los cruzados que partían a Tierra Santa.
Quizás alguna vez, aunque no como
utilización normal, la "fidelidad" era de este modo
"asegurada" durante períodos breves, unas horas o un par de días -
nunca por tiempo más dilatado. Una mujer ceñida de esta manera perdería en
breve la vida a causa da las infecciones ocasionadas por acumulaciones tóxicas
no retiradas, por no mencionar las abrasiones y laceraciones provocadas por el
mero contacto con el hierro; por último, considerar también la posibilidad de
embarazo ya en acto.
En realidad, el uso principal del
cinturón era muy diferente: el de construir una barrera contra la violación,
una barrera frágil pero suficiente en determinadas condiciones: en épocas de
acuartelamiento de soldados en la ciudades, durante estancias nocturnas en
posadas, durante los viajes. Sabemos por muchos testimonios que las mujeres se
colocaban el cinturón por iniciativa propia, hecho que algunas ancianas
sicilianas y españolas aun recuerdan en nuestros días. Así llega a plantearse
la cuestión: ¿ el cinturón es o no instrumento de tortura? La respuesta ha de
ser un sí inequívoco, puesto que esta
humillación, este ultraje al cuerpo y al espíritu, es impuesto por el terror
del macho por el temor de sufrir a causa de la agresividad masculina.
Cinturón de San Telmo, en Europa
en general, de origen probable alemán (1500 a 1800)
Los orígenes de esta denominación
son inciertos. Nada se conoce con certeza acerca del martirio de San Erasmo (o
San Telmo) en el año 303 a.d.C.. Es probable que se refiera a una alusión a los
"fuegos de Santelmo" el espectacular fenómeno electromagnético que
envuelve los mástiles y puntas de los veleros de chispas y luces bajo ciertas
condiciones atmosféricas. El empleo y los efectos de este objeto son obvios y
no necesitan comentarios.
Cinturón de San Erasmo.
Consiste en un collar, cinturón o
brazalete provisto de pinchos en la cara interior. Una vez que se le coloca al
reo este instrumento, cada pequeño movimiento (incluida la respiración) provoca
heridas en la carne. El proceso de tortura es progresivo: en primer lugar, un
dolor lacerante. Posteriormente se produce la infección, tras la cual se llega
a la putrefacción y tras ésta, una gangrena que normalmente causa la muerte.
Su nombre hace referencia a la
leyenda de San Erasmo de Formia, quien fue un eremita de las montañas libanesas
y un mártir sacrificado durante las persecuciones del emperador bizantino
Diocleciano y de su sucesor Maximiano Hercule. Supuestamente, San Erasmo fue
capturado en diversas ocasiones y sometido a diferentes torturas: golpes, fosas
con serpientes y gusanos, baños en agua hirviendo, mutilaciones (le arrancaron
dientes y ojos), hogueras, etc. Finalmente, su estómago fue partido en dos,
causándole la muerte, y sus intestinos fueron enrollados alrededor de un
cabrestante.
Una de estas torturas (y probablemente la que originó el nombre de este instrumento) consistió en meter al santo en un tonel claveteado con pinchos y lanzarlo desde lo alto de una montaña, haciéndolo rodar.
Una de estas torturas (y probablemente la que originó el nombre de este instrumento) consistió en meter al santo en un tonel claveteado con pinchos y lanzarlo desde lo alto de una montaña, haciéndolo rodar.
Cinturón de sujeción, en Europa
en general (1500 a 1800)
Se aplica a la cintura de la
víctima , cuyas muñecas se aprisionan en las abrazaderas de los costados. La
persona así inmovilizada puede ser de esta manera sometida a torturas o bien
abandonada para perecer de frío, hambre, sed, infección.
Constituyen ataduras de múltiples
usos, presentes en cualquier cárcel o malcomio hasta hace poco tiempo; en
muchos lugares se hallan presentes hoy en día.
Collar de púas punitivo, en
Europa en general (1500 a 1700)
Provisto de pinchos en todos los
lados, este instrumento, que pesa más de cinco kilos, se cerraba en el cuello
de la víctima, y a menudo se convertía en un medio de ejecución: la erosión
hasta el hueso de la carne del cuello, hombros y mandíbula, la progresiva
gangrena, la infección febril, la erosión final de los huesos mismos sobre todo
de las vértebras descarnadas conducen a una muerte segura en poco tiempo.
Collar penal arrastrando un peso.
Italiano, casi seguramente borbónico (1500 a 1860)
Muchos son los tipos y formas de
ataduras que ligan personas a pesos inhumanos: tobilleras, muñequeras, cinturones,
collares, en gran variedad. La "bola" del preso es proverbial en este
aspecto.
Poco hay que decir que no sea ya
evidente. El preso debía llevar consigo estas cargas durante largo tiempo:
semanas, meses, años, a veces de por vida; el bloque lleva una cadena con un
anillo para el cuello en el extremo, la piedra, de doce kilos, se sujetaba con
la manos, en cualquier momento y lugar. El mortal esfuerzo y la abrasión de
cuello y hombros, con la consiguiente infección y gangrena, son similares a los
provocados por el collar de púas, aunque menos cruentos y no siempre fatales en
los primeros meses.
Instrumentos de escarnio público.
El de vagos se reservaba en algunas ciudades a los jugadores y fumadores, que
adornados así, eran expuestos a la picota en la plaza - con las consecuencias
normales, tales como dolor, pero a menudo lesiones graves y hasta mortales.
Collares similares consistentes en pesadas "botellas" de madera o de
piedra, o gravosos "pesos de balanza" o gruesas 11
"monedas" de hierro se colgaban al cuello de borrachos y de
mercaderes deshonestos respectivamente. A los cazadores furtivos se le ataban
una cadena con los cadáveres de los animales cazados furtivamente, hasta la
putrefacción y desprendimiento de los mismos - un castigo particularmente
eficaz en verano.
Es interesante llamar la atención
acerca del collar de naipes, dados y pipa. En varios principados alemanes y
municipios de Austria se exigía poseer una licencia para fumar tabaco, lo que
se mantuvo durante una gran parte del siglo XVIII. Estos permisos no eran
nominales, sino una especie de licencia al portador por lo que se empleaban
como pago de apuestas de juego, lo que podía ser de interés del ganador.
El collar "de renitente" se usaba en casos más ligeros, como
no asistir a la misa dominical - una especie de reproche paternal, antes del
arresto por apostasía., y de la tortura verdadera. Estos collares causaban,
después de días y noches de aplicación de la pena, daños y tormentos no
indiferentes.
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