Se dice que la Edad Media fue la
edad de oro de los torturadores y de la imaginación puesta al servicio de los
mismos, desbordándose y agudizándose al máximo, inventando los mejores y más prácticos
medios de tortura. Si bien existe un atisbo de realidad en esta idea sobre la
tortura, podemos desmitificar a los inquisidores como los mayores torturadores
de todos los tiempos, puesto que otros, en etapas posteriores, han sido mucho
más eficaces y han aplicado la tecnología punta de su época para crear
instrumentos de terror y de aniquilación masiva. No nos llevemos a engaño, ya
que la tortura, desde que el mundo es mundo, existe y desafortunadamente sigue
existiendo, solo que hay que quitarse la venda, abrir los ojos y mirar a
nuestro alrededor.
El uso de los medios de tortura
se ha ido aboliendo poco a poco en todos los países durante los siglos XVIII y
XIX, siendo condenado por la Declaración de los Derechos Humanos de 1948.
Desgraciadamente, aún persisten
en muchos países, aunque en sus Constituciones se prohíban expresamente.
Los métodos más recientes de
tortura y muerte, como son la electricidad; los productos químicos, drogas, y
fármacos; la presión psicológica... evitan las marcas en el cuerpo, pero no la
destrucción del ser humano torturado.
En muchas ocasiones, los
torturadores utilizaban animales para ayudarles en sus torturas, este es el
casó del método de la cabra, que no faltaba en ninguna de las mazmorras de los
castillos medievales europeos. Se ponían las piernas de la víctima en un cepo,
para que le fuera imposible el movimiento, y a continuación se le untaba los
pies con grasa o sal. La cabra comenzaba a lamer con fuerza y con la aspereza
de su lengua levantaba la piel de los pies de la víctima, provocando un
terrible dolor.
En la antigua China ya se tenía
constancia del tormento de la rata, aunque fue en el occidente medieval donde
se consagró. En esta tortura, se colocaba sobre el abdomen de la víctima una
jaula abierta por su base. En el interior se encontraba la rata que venía a ser
molestada por los torturadores, con fuego principalmente. El animal despavorido
buscaba la manera que fuera para escapar y terminaba por excavar un túnel en
las entrañas de la víctima.
Los elementos naturales, también
se han utilizado para torturar en distintos tiempos de la humanidad. El gota a
gota, era un método de tortura basado en el agua, fue muy utilizado durante la
Edad Media, y se usaba fundamentalmente para arrancar la confesión o información
a la víctima.
Era una tortura larga, en la que
el torturador no tenía prisa ninguna y lo único que tenía que hacer, era
esperar a que la víctima se viniera abajo. Consistía en amarrar al reo a un
poste o a la pared, atarlo fuertemente de pies, manos, cuello y frente;
colocándose la cabeza debajo de un caño o grifo que dejaba derramar una gota a
un ritmo continuado. Esto provocaba un estado de locura además de terminar
erosionando el hueso del cráneo hasta producir la muerte.
Instrumentos de humillación
pública
Con estos aparatos se castigaban
infracciones menores y se exponía a las víctimas al escarnio de la multitud,
que al ver a alguien con tal artefacto, lo hacía objeto de ofensas físicas y
verbales.
Estos artefactos tenían como
finalidad infligir un largo tormento, que no necesariamente debía culminar con
la muerte de la persona, aunque a veces ello ocurriera por la severa infección
de las heridas ocasionadas o como consecuencia lógica y natural de la tortura.
Instrumentos de pena capital
Su función única era la
eliminación de la víctima, generalmente después de un doloroso tormento.
Instrumentos de tortura contra
mujeres
Los archivos europeos demuestran que durante tres siglos y medio,
alrededor del 85% de las víctimas de tortura y de muerte en la hoguera fueron
mujeres. Acusadas de brujas o de diferentes crímenes se diseñaron aparatos para
ser utilizados contra las féminas.
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