Y los seres humanos eran estúpidos, deambulaban por la faz de la tierra asesinando a todo ser viviente y a ellos mismos.
Nunca antes se había visto a seres de igual especie, depredadores de sí mismos.
Y el Creador estaba complacido.
Aún así, el Creador construyó un jardín de perversa bondad y aberrante belleza en Edén, al oriente.
Y lo llamó Paraíso.
No existía la muerte en el Paraíso; ni el dolor ni las lágrimas; ni la alegría, ni el placer.
El Paraíso era como desde siempre la oscuridad fue; pues el Creador sentía nostalgia por el estado primigenio.
Y creó a un ser llamado Adán.
Mas no fue el primer humano sobre la tierra. Los humanos engendrados por el barro ya cazaban y se mataban entre sí ante la vista de las Criaturas de las Tinieblas.
Adán fue formado del polvo de la tierra y el Creador insufló de su nariz aliento de vida, de modo que el hombre vino a ser alma viviente como las otras. Mas Adán seria diferente para el Creador.
Pues Adán solo estaba hecho de luz. Por tanto, era una aberración en el universo.
Hizo brotar el Creador toda clase de árboles de hermoso aspecto y frutos buenos para comer, y en el medio del jardín "el árbol al que llamó de la vida y el árbol al que llamó del conocimiento del bién y del mal".
Mas éste árbol era de la oscuridad, surgido de la semilla de lo que no tiene forma.
Robado desde el principio de la luz y sembrado para gozo de las criaturas que negaban su oscuridad.
Pues el árbol de la oscuridad era retorcido y raquítico, mas sus frutos producían sabiduría.
Por esto, el Creador prohibió a Adán comer del árbol del bien y del mal, que en realidad era el árbol de la oscuridad.
Mas la serpiente era hija de las tinieblas e instruyó a Adán y a Eva, su mujer, en el uso de los frutos del árbol de la oscuridad.
Adán, el raciocinio, se opuso; Eva, la emoción, escucho a la serpiente y comió del fruto de la oscuridad.
He aquí la gran traición; el Creador envenenó los frutos con el discernimiento del bien y del mal; el amor y el odio, la alegría y la tristeza, la muerte y la vida.
Por que se había arrepentido de crear un Paraíso en medio del caos, un ser humano perfecto en medio de los otros humanos estúpidos.
No sería la última ni la primera vez que el Creador aborrecía su creación.
Adán y Eva descubrieron que estaban desnudos y se escondieron al paso del Creador que se paseaba en el jardín al tiempo de la brisa del día.
El Creador llamó a Adán y le dijo: "¿Dónde estas?"
Este le contestó: "Oí tu paso por el jardín y tuve miedo, por que estoy desnudo; por eso me escondí".
Mas el Creador dijo: "¿Quién te ha dicho que estas desnudo?¿Has comido acaso del árbol del cual te prohibí comer?"
Respondió Adán: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí".
Esto fue escuchado por las Criaturas de las Tinieblas, quienes no sintieron compasión por Adán y Eva; pues la compasión no existe en la oscuridad. Mas aguardaban los eventos.
Y he aquí, Dios expulso a Adán y a Eva por haber comido del fruto que él mismo envenenó con el discernimiento para la perdición.
Mas la serpiente sería adorada por la mujer hasta el fin de los tiempos.
Y fue llamada Kundalini.
El Creador culpó a Adán y a Eva de cometer traición, y esto fue llamado pecado; y la culpa de este pecado fue transmitida a toda la raza humana que deambulaba estúpida pero libremente por la faz de la tierra.
A partir de entonces, los humanos no fueron más libres, pues sus conciencias los esclavizaban al pecado todo el tiempo.
Viendo esto, las Criaturas de las Tinieblas, intentaron sanar el caos una vez más.
Pero la ruptura ya estaba hecha; por eso fue escrita la página de la ruptura.
Fue escrita en el lado oscuro del tiempo para conmemorar la gran frustración; y para romper el tiempo y la muerte.
Y la página de la ruptura formó parte del espejo de la Eternidad, al igual que la página del olvido, de la no-conciencia, la no-muerte, el principio de los tiempos, el fin de los tiempos y de los trece mil nombres.
Y estas páginas fueron leídas a Adán, para formar una nueva raza sobre la tierra que desafiara al Creador; más Adán no se atrevió, sino su hijo, Caín.
Abra sus ojos y oídos internos el sabio; aquí se halla el quinto y profundo misterio, la puerta de la creación de los herederos de las Tinieblas, también llamados Vampiros.
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