Nada existía fuera de lo que no tiene forma.
Y la oscuridad palpitaba con el primer suspiro.
El suspiro se deslizó por los siete vértices hasta convertirse en el primer orgasmo.
Y la oscuridad engendró a los primeros seres, hijos de lo que no tiene forma.
Los hijos de la oscuridad y de lo que no tiene forma alzaron su voz.
El universo escuchó por vez primera a las Criaturas de las Tinieblas.
No existía el dolor ni las lagrimas; no existía la alegría ni el placer.
Únicamente las profundidades internas unidas a la negrura de las profundidades externas.
Y las Criaturas de las Tinieblas recorrían el universo en libertad.
No existían limites, no existía el principio ni el fin.
Viajaban fugazmente recorriendo los siete principales vértices, y los miles de vértices en expansión constante.
Algunos, sólo algunos de ellos eligieron un mundo cubierto por aguas oscuras.
Y este mundo fue nombrado Aradia.
He aquí el primer misterio, la llave a esta dimensión.
Pero este mundo fue elegido también por otro ser.
El se nombró a sí mismo el Creador.
Nacido de la oscuridad, se rebeló ante ella. Así, el velo fue rasgado.
Y el espíritu del ser se movía sobre las aguas.
Mientras en los siete vértices la oscuridad sintió por vez primera el dolor.
Rebelándose a las profundidades internas, al no-principio y al no-fin, se declaró principio y fin.
Y dijo: "hágase la luz"
Por siempre la oscuridad había albergado a los hijos de la oscuridad y de lo que no tiene forma.
Pero la luz alteró al Universo por siempre.
Los siete vértices fueron rotos. El universo fue violado con resplandores. Estos fueron llamados Estrellas.
El fuego fue creado. Fue creado el dolor, fue creado el principio y el fin, la muerte y la vida, el bien y el mal, la noche y el día, amor e indiferencia, verdad y mentira.
El Creador se apoderó del universo y de la oscuridad.
Lo que no tiene forma fue negado y el ser ocupó su lugar.
En el caos resultante, las Criaturas de las Tinieblas gritaron de dolor, se calcinaron en el fuego de las estrellas; enloquecieron cuando el bien y el mal penetraron sus voces; y gimieron de agonía al ser encerrados en un cuerpo donde existía el principio y el fin.
Los que habitaban el mundo cubierto por las aguas fueron cegados en los primeros rayos de un sol maligno.
Y el tiempo comenzó a transcurrir.
Siete eras de dolor, ceguera, agonía y muerte. Estos fueron los siete días de la creación.
La miseria nombrada vida se expandió en Aradia, que desde entonces fue nombrada "Tierra".
Pues las aguas habían retrocedido.
Donde una vez hubo oscuridad y el hielo lo cubría todo, el mar se replegó y la vida fue engendrada en la tierra.
Flores surgieron del cadáver de la nada; Seres diminutos llegaron de los mares para pervertir los suelos, ríos y montañas.
Y estos seres crecían y se consumían unos a otros. Depredadores atacaban a los débiles.
De esta forma el Creador estableció su caos en el Universo y en la Tierra.
Las Criaturas de las Tinieblas no pudieron oponerse al caos, pues el caos lo abarcó todo hasta el infinito, los siete vértices rotos y los miles de vértices que ya no se expandieron más.
Y este desorden fue llamado belleza.
En el séptimo día el Creador descansó.
Las Criaturas de las Tinieblas, ante el caos de la luz, se habían replegado sobre si mismas, buscando en su oscuridad interna.
Pues en ella aún había sabiduría.
Así aprendieron a expandirse a pesar de los limites que les habían sido impuestos.
Y la oscuridad de las Criaturas de las Tinieblas renació en el séptimo día, mientras el Creador descansaba.
Las profundidades internas volvieron a comunicarse con las profundidades externas.
A pesar de la luz, en pleno día, los siete vértices fueron restaurados y cada uno restauró sus miles de vértices, mas ya no en expansión constante.
El dolor no pudo ser borrado, ni la alegría, ni el amor, ni el tiempo, ni la muerte.
Aunque las Criaturas de las Tinieblas son intemporales, habrán de tener un fin. Como tendrá el caos. Pero el fin la apertura a nuevos ciclos.
Este es el segundo misterio. Quien tenga entendimiento, obtendrá la llave a esta dimensión.
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