Los cultos en torno al roble son
muy antiguos. Surgieron independientemente entre los indios norteamericanos
hace unos 4.000 años, y más tarde entre los griegos. Ambas culturas, al
observar que el roble era alcanzado frecuentemente por el rayo, supusieron que
era la morada del dios de los cielos —según los indios— y del dios del rayo
—según los antiguos griegos.
En Europa, durante la Edad Media,
los eruditos cristianos aseguraban que la superstición de tocar madera se
originó en el siglo I, y procedía de que Cristo fue crucificado en una cruz de
madera. Tocar madera en señal de esperanza era supuestamente un sinónimo de la plegaria
de súplica, y equivalía a decir: «Señor, haz que mi deseo se haga realidad.»
Sin embargo, los eruditos
modernos aseveran que no hay más verdad en esa creencia que en la que la
precedió. Según ella, toda catedral cristiana del continente europeo poseía un
fragmento de madera de la Vera Cruz. Así, la veneración católica de las
reliquias de la cruz, no sería el origen de la costumbre de considerar con
respeto la madera, sino que más bien modificaría y reforzaría una creencia
pagana mucho más antigua.
Otras culturas reverenciaban
diferentes tipos de árbol, a los que dirigían plegarias y tocaban. Para los
egipcios el árbol sagrado era el sicomoro, y para las antiguas tribus
germánicas el árbol predilecto era el fresno. Los holandeses se adhirieron a la
superstición de tocar madera, mas para ellos el tipo de madera carecía de
relevancia; lo que si importaba era que la madera estuviera sin barnizar, sin
pintar y sin tallar, y que careciera de cualquier adorno.
También se dice que el origen de la superstición se
encuentra entre las costumbres paganas de los druidas y magos de otros tiempos,
que recurrían a la madera como a una "toma de tierra" para las malas
vibraciones. De esta última versión viene la exigencia de que cuando se toca
madera ésta no debe tener "patas", es decir, que no valen ni mesas,
ni sillas...
Cuando se menciona algo que se
desea que suceda hay que tocar madera para que efectivamente el deseo se
realice y no ocurra nada que lo impida.
Cuando cruje la madera de una casa es una señal de muerte. Las vigas que
crujen y las mesas que chirrían son presagios de desastres o muertes.
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