También es Diosa de los rios,
lagos y todas las aguas dulces.
Su nombre significa gran reina o
reina espectral. Hija de Delbáeth y Ernmas, esposa de Dagda con quien renovaba
el ciclo de la fecundidad cada año durante la fiesta de Samhain. Sus hijos eran
los futuros guerreros de Irlanda que guiarán a los combatientes a la victoria.
También representa el misterio, la
renovación, la muerte que da luz a una nueva vida, la fertilidad, el amor, el
deseo sexual y la abundancia en las tierras.
Es la señora de la noche, la
magia, la brujería, la adivinación y las profecías. De naturaleza vengativa,
guarda rencor hacia sus enemigos y cobra lo que es justo.
Morrigan es doncella, madre y
viuda, que junto a sus hermanas Badb y Macha forma una tríada de diosas, en
otras ocasiones se la describe como una diosa triple, incluyendo a Badb y Macha
como otras manifestaciones de la propia Morrigan.
Asociada con la abundancia, la
riqueza y la fecundidad, fundamentalmente por su poder de hacer renacer todo
luego después de su supestas aniquilación.
Pese a su aspecto feroz y
terrible y a su personalidad tempestuosa y bélica, era considerada una
hechicera sensual y apasionada, vagabunda en las noches oscuras.
Es honrada por las sacerdotisas
celtas, pues solo ella posee los secretos de la vida y la muerte..
Morrigan pertenece a los Tuatha
de Danann, seres mágicos que vivieron en Irlanda, mucho antes que los actuales
irlandeses.
Adoptaba diferentes
personalidades llamadas nemhain, cuyo aspecto espantoso adoptaba cuando se
presentaba ante los que iban a morir.
Es conocida por estar involucrada
en la Táin Bó Cúailnge, donde es al mismo tiempo auxiliadora y estorbo para el
héroe Cuchulainn.
Intentó seducir a Cuchulainn
presentándose como una atractiva joven, pero éste la rechazó por preferir el
fragor de la batalla. Morrigan dolida le ataca en varias ocasiones adoptando
diferentes formas pero Cuchulainn siempre vence, al final Morrigan lo lleva
hacia su destino, la muerte, descendiendo sobre él, en forma de cuervo, cuando
está herido de muerte atado a un árbol.
A Morrigan se invocaba a la
batalla por medio de una incitación de los cuernos de guerra o de los graznidos
de los cuervos. Los cráneos de los caídos en batalla eran llamados “las
bellotas de Morrigan”.
Cuando los soldados celtas estaban en el campo de batalla y veían o
escuchaban a Morrigan, sabían que había llegado el momento de trascender,
entonces daban lo mejor de sí realizando todo tipo de actos heroicos,
enardeciéndose en la batalla y despreciando la propia muerte.
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