La historia cuenta que el gato
puede ser visto con facilidad paseando por los pasillos del Capitolio en
vísperas de una crisis nacional, como ocurrió en las noches previas a los
asesinatos de Abraham Lincoln y John F. Kennedy, las noches anteriores al
ataque a Pearl Harbor, el desplome de la bolsa de valores de 1928 y en otras
ocasiones en que Estados Unidos se enfrenta a una crisis.
En la década de los 1890, el gato
fue supuestamente el culpable de la muerte de un guardia, quien sufrió un
ataque cardiaco tras verlo aparecer de la nada.
En la plaza del senado, pueden verse
con facilidad marcas de huellas hechas por un gato; supuestamente producidas
por el gato fantasma. Aunque según otros, estas marcas tienen su origen en los
días en que se introducían gatos en el los túneles y sótanos bajo el capitolio
para mantener a raya las poblaciones de ratas y ratones; y de acuerdo a la leyenda,
el mismo gato fantasma es el espíritu de un felino que no quiso irse.
El refugio de este gato es la
cripta que se encuentra en el sótano del Capitolio, que originalmente iba a ser
la cámara mortuoria del presidente George Washington.
Este fantasma es del tamaño de un
gato doméstico común y corriente, totalmente negro; pero que en ocasiones puede
crecer al tamaño de un gigantesco tigre una vez que es visto o molestado.
Muchos guardias han contado haber
sido perseguidos por el gato, alcanzando el tamaño de un tigre; y que salta
para atacar, solo para desvanecerse en una nube de humo antes de alcanzar a su
víctima.
La historia del gato no resulta tan descabellada si tomamos en cuenta
que la colina del Capitolio es la sede de múltiples historias de fantasmas, ya
que a lo largo de su existencia, una multitud de personas han sido asesinadas
en sus pasillos y en sus escalinatas; e incluso cabe mencionar que fue usado
como hospital para los heridos de la Guerra Civil.
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