EL HORROROSO INFLUJO DE LOS TRES
SELLOS DE MASSHU
“ Este es el testimonio de todo lo que he visto, y de todo
lo que he aprendido, en aquellos años que poseí los tres sellos de Masshu. He
visto mil y una lunas, y seguro que es suficiente para la vida de un hombre,
aunque se afirma que los profetas vivieron mucho mas. Estoy débil y enfermo, y
soporto un gran cansancio y agotamiento; un suspiro mora en mi pecho como si
fuera una obscura linterna. Soy viejo.
Los lobos transmiten mi nombre en
sus conferencias de medianoche, y esa voz sutil y tranquila me llama desde
lejos. Y una voz mucho mas próxima me gritará al oído con impía impaciencia. El
peso de mi alma decidirá cual será el lugar de su reposo. Antes de que llegue
la hora debo escribir todos los horrores que acechan fuera y que aguardan ante
la puerta de cada hombre, porque este es el arcano antiguo que ha sido legado
desde tiempos remotos, pero que fue olvidado por todos, con la excepción de
unos pocos, que son los adoradores de los antiguos (¡que sus nombres sean
borrados de la existencia!).
Si no completo esta misión, tomad
lo que hay aquí y descubrid el resto, por que queda poco tiempo y la humanidad
no conoce ni entiende el mal que le espera desde todos los lados, desde cada
pórtico abierto, desde cada barrera rota, desde cada acólito sin mente que hay
ante los altares de la locura.
Porque este es el libro de los
muertos, el libro de la tierra negra que yo he escrito, arriesgando la vida de
forma exacta a como lo recibí en los planos de los Igigi, los crueles espíritus
celestiales que existen mas allá de los peregrinos de los yermos.
Que todos aquellos que lean estos
escritos reciban la advertencia de que el hábitat de los hombres es observado y
vigilado por la antigua raza de dioses y demonios que proceden de un tiempo
anterior al tiempo, y que buscan venganza por aquella batalla olvidada que tuvo
lugar en alguna parte del cosmos y desgarró los mundos en los días anteriores a
la creación del hombre, cuando los dioses mayores caminaban los espacios,
cuando estaba la raza Marduk, tal como le conocen los caldeos y Enki, nuestro
amo, el señor de los magos.
Sabed entonces, que yo he
recorrido todas las zonas de los dioses, y también los lugares de los Anzonei,
y que he descendido a apestosos sitios de muerte y sed eterna, que pueden
alcanzarse a través del pórtico de Ganzir, construido en Ur en los días
anteriores a Babilonia. Sabed también que he hablado con todo tipo de espíritus
y demonios, cuyos nombres ya no se conocen en las sociedades del hombre, o que
nunca fueron conocidos. Y los sellos de algunos están escritos aquí, sin
embargo, los de los otros, me los he de llevar conmigo cuando os deje. ¡ Que
Anu tenga misericordia de mi alma! He visto las tierras desconocidas que ningún
mapa ha cartografiado jamás.
He vivido en los desiertos y en
los yermos, y he hablado con demonios y con las almas de los hombres
asesinados, y también con las almas de las mujeres que murieron al nacer,
victimas de ese demonio femenino, Lammashta. He viajado por debajo de los mares
en busca del palacio de nuestro amo, y encontré los monumentos de piedra de
civilizaciones derrotadas, descifrando las escrituras de algunas de ellas; otras
siguen siendo un misterio para cualquier hombre vivo. Y estas civilizaciones
fueron aniquiladas por el conocimiento que contienen estos escritos que os
lego. He viajado por las estrellas y he temblado ante los dioses. Por fin he
encontrado la fórmula con la que atravesé el pórtico de Arzir pasando hacia los
reinos prohibidos de los asquerosos Igigi.
He evocado a los demonios y a los
muertos. He invocado a los fantasmas de mis antepasados, dándoles una
apariencia real y visible en las cimas de los templos construidos para alcanzar
las estrellas y tocar las mas bajas cavidades del Hades. He luchado con el mago
negro, Azagthoth, en vano, y huí a la tierra invocando a Inanna y a su hermano,
Marduk, Señor del hacha de doble filo. He levantado ejércitos contra las
tierras del este llamando a las hordas de espíritus malignos a las que obligué
a ser mis súbditos y al hacerlo encontré a Ngaa, el Dios de los paganos, aquel
que escupe llamas y ruge como mil truenos.
He encontrado el Miedo. “
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