La Piedra del Destino, también conocida como Piedra de Scone o Piedra
de la Coronación, es un bloque de piedra arenisca, históricamente conservada en
la Abadía de Scone (hoy derruida y sustituida por el Palacio de Scone), que se
empleaba en las ceremonias de coronación de los reyes escoceses durante la Edad
Media. En el siglo XIII la Piedra fue capturada por el rey Eduardo I de Inglaterra
y llevada a la Abadía de Westminster en Londres, para emplearla en la
coronación de los reyes ingleses. En 1996, el Gobierno Británico decidió
devolver la Piedra a Escocia, con la condición de que volviera a Londres para
su uso en futuras coronaciones, por lo que ahora puede ser vista en el Castillo
de Edimburgo, junto con las joyas de la corona escocesa.
La leyenda oficial de los reinos de Escocia e Inglaterra afirma que la
Piedra del Destino es la utilizada por Jacob para apoyar la cabeza en el pasaje
del Génesis en el que sueña con la llamada Escalera de Jacob (Génesis
28:10-18). Luego la leyenda sostiene que esta roca fue robada al heredero de la
Piedra de Jacob, Moisés, luego que este la dejara a orillas del mar rojo en la
guerra contra Egipto y fue llevada a Escocia por la hija de un Faraón egipcio,
llamada Scota o Scot, apóstol de los pictos, durante su tarea de
evangelización.
Scota era la hija de un faraón egipcio, un contemporáneo de Moisés, que
se casó con Geytholos (Goidel Glas) y se convirtió en la fundadora epónima de
los escoceses y los galos después de ser exiliados de Egipto. Las primeras
fuentes de Escocia afirman que Geytholos era “un rey de los países de Grecia,
Neolus o Heolaus, por su nombre”, que fue exiliado a Egipto y entró al servicio
del Faraón, casándose con la hija del Faraón llamada Scota.
Varias versiones hay de cómo llegó a ser Gaythelos y su esposa
expulsados de Egipto, por una revuelta tras la muerte del Faraón y su
ejército en el Mar Rojo, tras ser derrotados por Moisés, o en el terror de las
plagas de Egipto, o después de la invasión de los etíopes, se les da, pero el
resultado es que Gaythelos y Scota se exiliaron juntos con los nobles griegos y
egipcios, y asombrado los príncipes por el poder creciente del Jefe de los
hebreos y por las plagas que cayeron sobre Egipto, huyeron de aquel país y fueron
a España, trayéndose la Piedra de Jacob que ya tenía fama de operar grandes
prodigios y de dar suerte y protección a quien la poseía, y se instalan en
Hispania después de vagar durante muchos años.
Es en la Península Ibérica donde se asientan en el noroeste, en un
lugar llamado Brigantia (en la ciudad de La Coruña , que los romanos conocían
como Brigantium ). A pesar de que estas leyendas varían, todos coinciden en que
Scota fue la fundadora epónima de los escoceses y que también dio su nombre a
Escocia. Otra variación de la historia de esta piedra tan curiosa y llena de
misterios es la del escritor Joaquín Trincado Mateo en el libro Conócete A Ti
Mismo, la cual coincide en la mayor parte con la leyenda escocesa pero este
introduce la interpretación del sueño de Jacob al pie de esta piedra, la
Escalera de Jacob, por la que, incesantemente, subían y bajaban seres que él
veía y conservó esa piedra para recordarse de la visión que considero un
peligro por quedarse dormido y peligro en lengua hebrea antigua se pronunciaba
”cristo” según este autor por lo que esta versión de la historia dice que esa
piedra es el cristo original y de ella proviene el origen filológico de esa
famosa palabra ya que así le llamaban los israelitas desde la época de Jacob.
Luego varia con respecto a la leyenda escocesa en su traslado, pues
esta versión dice que esa piedra, llamada cristo por los egipcios bajo el mando
de Aitekes jefe del ejercito del Faraón convencidos de que era esa piedra el
dios que hacia poderoso a Moisés, en posesión de esa piedra-fetiche, la hace
dios-cristo y roba a Israel sus doctrinas, llamándolas evangelio y se las da a
la famosa piedra, Cristo-dios y luego aitekes, en posesión de ese dios, forma
una brigada y se hace peregrino para encontrarle un reino al nuevo Dios y llega
cerca de Finisterre y le hacen trono, fundando así la religión cristiana en la
ciudad de Brigantium, hasta que el apóstol Santiago llega ahí para predicar la
palabra de Jesús y la piedra es llevada a Irlanda por los cristianos
originales. Los orígenes históricos de la Piedra como elemento de los rituales
de coronación tampoco están muy claros.
Lo más probable es que se trate del antiguo sitial de coronación de los
Dalriadas, originalmente instalado en Dunadd, traído a Antrim primero, luego a
Argyll y finalmente a Scone (en el norte de Perth, su ubicación definitiva
durante al menos cuatro siglos. Todos los reyes escoceses fueron coronados
sobre esta piedra, al menos desde Kenneth I de Escocia (847) hasta John Balliol
(1296). Durante la Edad Media, la Piedra del Destino apenas sufrió traslados ni
modificaciones. Una leyenda tradicional afirma que Roberto I de Escocia regaló
un pedazo a los irlandeses en agradecimiento por su colaboración en la batalla
de Bannockburn. El fragmento de piedra, otorgado a Cormac McCarthy, rey de
Munster, fue instalado en su fortaleza del Castillo de Blarney, por lo que pasó
a ser denominada Piedra de Blarney.
En 1296, en un intento por despojar a Escocia de sus símbolos básicos
de identidad, el rey Eduardo I de Inglaterra saqueó la Abadía de Scone y se apropió
de la Piedra del Destino como botín de guerra, instalándola en la Abadía de
Westminster para su uso en las ceremonias de coronación. Para ello, hizo
construir una silla especialmente diseñada (conocida por ello como la Silla de
San Eduardo), sobre la que desde entonces han sido coronados todos los reyes
británicos excepto María II de Inglaterra. Hay leyendas sin embargo que afirman
que Eduardo I no logró llevarse la auténtica piedra, ya que los monjes de la
Abadía de Scone la ocultaron y entregaron al rey inglés una copia o
falsificación. En 1328, durante las conversaciones de paz entre los reinos de
Escocia e Inglaterra, parece ser que el rey Eduardo III de Inglaterra se
comprometió a devolver la Piedra a Escocia. Sin embargo, dicha condición no formó
parte del definitivo Tratado de Northampton, por lo que la piedra se conservó
en la Abadía de Westminster sin interrupción durante más de seis siglos.
Con la unificación de las coronas de Escocia e Inglaterra bajo la
dinastía de los Estuardo, los reyes de Escocia volvieron a ser coronados sobre
la Piedra del Destino, aunque sin que ésta se desplazase de su ubicación en
ningún momento. Durante el siglo XX la Piedra del Destino realizó dos viajes
muy distintos a Escocia: uno furtivo y temporal, y otro oficial y definitivo.
El primero de ellos tuvo lugar en 1950, cuando, el día de Navidad, cuatro
estudiantes escoceses robaron la piedra de su ubicación en la Abadía de
Westminster y emprendieron un viaje con ella hacia Escocia. Durante el proceso
de extracción de la Piedra de su lugar en la Silla de San Eduardo, la piedra se
partió en dos. Después de esconder la mayor de las partes en Kent durante
semanas, los estudiantes ocultaron la piedra en la parte trasera de un coche y
se arriesgaron a cruzar la frontera, plagada de controles policiales.
El fragmento más pequeño de la Piedra hizo un camino similar: tras
pasar unos días en Leeds, llegó a manos de un veterano político de Glasgow,
quien hizo que fuera reparada por el cantero Robert Gray. Dado que el Gobierno
Británico había organizado una extensiva búsqueda, y que la opinión pública no
se mostraba tan favorable al robo como sus autores esperaban, la Piedra fue
abandonada en la Abadía de Arbroath, el 11 de abril de 1951. Es imposible saber
si la intención de los secuestradores era devolver la piedra o si esperaban que
la Iglesia de Escocia la protegiese de los ingleses. Lo cierto es que cuando la
policía supo de su localización, la reclamó y la devolvió a su lugar en la
Abadía de Westminster, a tiempo para la coronación de la reina Isabel II de
Inglaterra en 1953.
Nuevamente, circularon leyendas que decían que la
piedra devuelta no era la original sino una copia, repitiendo así los rumores
respecto a su entrega original en el siglo XIII. La devolución real y
definitiva de la Piedra a Escocia se produjo en 1996, a iniciativa del gobierno
conservador del Primer Ministro John Major. La Piedra hizo el camino desde
Londres custodiada por el ejército, hasta ubicarse en el Castillo de Edimburgo,
donde hoy puede contemplarse junto al resto de las Joyas de la Corona escocesa.
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