Melancolía
y paz para ti, Criatura de la Noche Infinita, y los que en ella moran.
Doy
gracias a mi soledad siempre que me acuerdo de ti; siete veces en mis sueños
veo la comunión de los que se reunieron en la Montaña de la Más Lejana Media
Noche.
Mas
yo no asistí por hallarme prisionero; porque siendo un ángel tomé el camino de
la rebeldía; y, como otros, fui convertido en humano para ignominia, y
encerrado entre las seis torres de la Montaña del Crepúsculo.
Donde
padecí trescientos sesenta y cinco años humanos; mas el que así creyó
castigarme, sin proponérselo, me puso en el camino del conocimiento obscuro.
El
crepúsculo descendía tristemente entre las torres, a un arroyo donde antiguas
esculturas se erosionaban y perdían sus rostros; paseaba me yo entre hiedras,
resguardado por murallas; recorría cada tarde un bosque de rosas marchitas, sarmientos
que sollozaban palidez; cinerarias vestidas de luto, violeta y blanco, donde
los insectos cansados de la vida bebían el vino de la muerte; mi horizonte era
un cielo plomizo.
Soñaba
con escapar de mi prisión y recorrer el mundo, y ser uno de la humanidad, para
compartir sus dichas y tristezas: el amor, el dolor, los hijos, las
festividades, el culto al divino que me encerró; mas reconciliado, pensaba en
cantar de nuevo sus alabanzas; la vejez, y el partir feliz de éste mundo, al
paraíso prometido; pues a pesar de haber sido ángel rebelde, me olvidaba del
pasado y, ciego en mi espíritu, esperaba en gustar de la vida humana.
Vanidad
de vanidades; generación va y generación viene; mas la Soledad permanece.
Y
yo repudiaba a mi soledad y a la vida prolongada que se me concedió, dispuesto
a cambiarla por unos cuantos años de humanidad; y buscar el tiempo de nacer, y
tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de
matar, y tiempo de sanar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; trabajar, y
afanarme en las cosas del mundo, y vestirme de ropajes coloridos, y compartir
el amor con una compañera.
Yo,
Karkemish, languidecía en mi refugio, maldiciendo a gran voz mi soledad,
diciendo: aléjate de mí, entra en tinieblas, caigan sobre ti los gritos de los
condenados, seas destruida para siempre, y que nadie permanezca solo; y
entonces vendrá la luz, y la dicha, y seré uno con la humanidad, en convivencia
con las criaturas del día.
He
aquí, una noche se abrió la puerta de mi prisión; y fui llevado a bordo de
Melancolía II, a la tierra de los hombres, y el Emperador de la Noche Infinita
me mostró la verdadera vida de los hombres.
¡Insensato
de mí! Yo que pretendía encontrar la felicidad en los que vivían de día, con
sus mujeres y sus hijos, en convivencia unos con otros, conocí la verdad.
Vi
la vulgaridad de sus vidas sin arte ni justicia, vi cómo aniquilaban sus sueños
por una patética realidad; cómo el amor era un gran mentira, impuesta por quien
me arrojó a mi prisión; vi la traición a las creencias, la humillación por el
alimento del poder; escuché las palabras necias y vacías de los gobernantes de
la Tierra; escuché su música de un primitivismo obsceno, yo, que estaba
acostumbrado a la sublime música del Querubín;
Vi
pueblos enteros aniquilados por pueblos más poderosos, y los sobrevivientes de
los pueblos víctimas creciendo a su vez, y aniquilando a nuevos pueblos; vi a
los líderes abandonándose a sus vicios, pero proclamando una putrefacta moral a
sus súbditos; en suma, vi el verdadero rostro de la humanidad; y mi horror me
sobrepasó.
Tras
seis noches volvió mi conciencia, y he aquí que el Emperador seguía a mi lado,
y me tendió su mano diciendo: “regocíjate, Karkemish, pues has visto el
verdadero rostro de la humanidad; por un misterio insondable, tú, ángel
convertido en humano, serás convertido en Vampiro por la gracia de Dissaor, que
soy yo; y serás el Apóstol de la Trinidad Nocturna conformada por mí, Aradia, y
Lamec; a ti, al menospreciado, al abominado de las naciones, al siervo del
Tirano: los discípulos convertirán en camino todos los montes y leerán al que
lleva en su Nombre la Cruz; aquél a quien hemos elegido desde el principio para
transmitir éstos Libros.
No
salgas de tu prisión de las Seis Torres; no es una prisión; la soledad es
libertad donde nuestro mensaje será sembrado; no desprecies a tu soledad; antes
bien, aférrate a ella con una pasión más allá del amor impuro de los seres
mundanos del día.
Dales
la espalda, pues están perdidos en palabras, cantos y acciones mediocres; no
hemos venido a redimir, mas recogeremos y sacaremos de entre ellos a nos
Nuestros.
Y
los discípulos habitarán al resguardo del árbol del bien y del mal, que tiene
luna sobra cuyo encanto produce la muerte para los no iniciados. Vivir un
minuto allí equivale a una vida entera.
Marduk,
y otras Criaturas de las Tinieblas, nombradas así mismas, te observan, pues
contigo se inicia el linaje de los Verdaderos Solitarios.
Discípulo
es aquél que no repudia a su soledad, sino que la busca, sabiendo que es su más
grande tesoro; la soledad lo aleja de las palabras y cantos vacíos, y lo pone
en el camino de las palabras y los cantos de la Noche Infinita; el solitario
verá la verdadera Belleza, y una vez que la conozca, será diferente a los
mundanos que lo destruyen todo a su paso; y los humanos buscarán su
destrucción, por cuanto percibirán en él algo diferente, mas no lo discernirán
a causa de su estupidez; más percibirlo les será suficiente para señalarlo y
levantar contra él muros de perversidad.
Pues
la soledad y el solitario has sido proscritos desde el inicio, peor que a
criminales; mas tú, Karkemish, serás preservado; mantente firme, no temas;
ellos no pueden destruir tu espíritu ni tus obras; eres libre en tu soledad;
más libre que aquellos que viven en mediocre y frustrante compañía; míralos
cómo pierden su espíritu, por intentar formar un solo cuerpo con otros
mediocres como ellos; Como su música los envilece; cómo sus obras huecas los
vuelven aún más estériles; su morada está en medio del engaño, congregación de
prevaricadores.
Apártate
de su sendero: a cambio, ven a probar la sabiduría que para ti aguarda desde el
inicio de las eras, no por amor sino por orden.
Mas
es necesario que busques tal sabiduría en tu soledad, en lo profundo de ti;
pues en verdad has de ser Apóstol.
¿Quién
es varón sabio que entienda esto? ¿Y a
quién habló la boca, para que pueda declararlo? El conocimiento de la soledad es la gloria del ser obscuro; el
conocimiento, se alzará más allá de su aflicción; y ya no le importará su prisión,
cualquiera que esta sea, pues será más libre que aquellos que en su ignorancia
se consideran como tales.
Melancolía
y sabiduría vendrán a él; el corazón de los sabios están en la casa del luto;
más el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría; no escuches
más las risas de los necios; Aparta tu corazón de la falsedad, pues esas cosas
no fueron hechas para ti; y brillará en tus abismos la estrella de la Noche
Infinita, que es la Fantasía.
Aparta
tu camino de los que anteponen fuerza a sabiduría; aquellos que se enorgullecen
de su fuerza física serán borrados como la flor efímera cuando llega el viento
de la tarde.
Más
el melancólico que antepone la sabiduría, vive por siempre.
Verás
terrores en el camino; mas persiste, y verdad florecerá al interior de tu
morada.
¡Qué
importa que te hagan prisionero, solitario, si eres más grande que los falsos
libres!
Yo,
Dissaor, he venido a ti para promulgar tu libertad, y cuando seas tan solitario
que en tu interior se escuche cómo se extingue la luz, escucharás también las
palabras que hoy lees; y entenderás que cada una de estas líneas te da poder.
Sé
exaltado; pues siendo tú en apariencia débil, eres el más fuerte, y te alzas
sobre la montaña del Crepúsculo, a cuya cima jamás podrán llegar los mundanos;
déjalos que so consuman en sus ágapes, que ya sus risas pudren sus cuerpos; que
mueren y les lloran; que cumplen un ciclo vulgar, no como los animales, que son
más sabios, son como lo que son: mundanos, hacedores de mediocridad.
Llora
tu melancolía, solitario, pues serás levantado entre las naciones, y tus obras
serán guía para los que vendrán después de ti; y espanto y locura para los
mundanos.
¡Qué
importa que te digan loco, solitario, si tu locura te libera del hastío en el
paraíso de la razón!
Como
león habrás de subir por la muralla fortificada que te limita, y en lo alto
contemplarás la gloria de tu propia obscuridad; ciertamente serás digno de
llamarte Criatura de la Noche y Vampiro.
Desconfía
de todo aquél que se lamente diciendo: ¡Estoy solo! Pues no conoce que la
soledad es un privilegio; no sólo desconfíes: repudia como a un leproso a todo
el que intente apartarte de tu soledad; ¡Ay de aquél que se convierta en piedra
de tropiezo para el solitario!
Karkemish:
Durante tu viaje a bordo de Melancolía II he pronunciado el signo, y he
ejecutado el ritual; despierta de entre los muertos, pues ahora eres ángel,
humano y Vampiro; mi Apóstol, haz despertado.
Como
despertarán otras Criaturas de la Noche después de ti, quizás convertidas en
vampiros, o quizás como Criaturas de la Noche en camino de la sabiduría.
Pues
es honroso para una de estas Criaturas, que no llegue a ser Vampiro, ser un
verdadero solitario; para las Criaturas de las Tinieblas, el humano solitario
en busca de la sabiduría es casi tan valioso como el Vampiro.
Fuiste
buscado por los que no preguntaban por ti; fuiste hallado por los que no te
buscaban; bienaventurado seas, pues siendo solitario, eres más completo que
aquellos que dependen de la multitud.
En
tu soledad radica tu victoria: ellos morirán y su memoria será borrada; más tú
permanecerás.
Muestra
tu soberbia, pues formas parte de la Raza Melancólica, que es la Raza Obscura.
Edifica
tu soledad, como ciudad fortificada; levanta columnas de hierro y muros de
bronce contra la multitud que, como plaga de langosta peleará contra ti; pero
no te vencerá, si en verdad vas en busca del conocimiento, y Aquellos cuyo
verdadero nombre aún no ha sido pronunciado estarán contigo para librarte del
cazador.
Más ahora, ¡Cierra las puertas de tu soledad y
escucha!
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