En varias ocasiones, un hombre pulcramente vestido y de aspecto
vulgar se deslizó entre el bullicio nocturno del barrio de Whitechapel
(Londres) en 1888. Otras tantas veces habló con mujeres de la calle que infelizmente
murieron acuchilladas.
Si hubiera que otorgar un título
al criminal mas famoso de la historia, tal distinción recaería en un hombre del
que todavía se desconoce su identidad, y que se hacía llamar Jack the Ripper.
A Jack el destripador le cabe el
dudoso honor de haber inaugurado de manera oficial una nueva modalidad en la
historia del crimen. El llamado crimen patológico. Sus hazañas marcaron un giro
en el aspecto de la aberración sexual, y debido a la ausencia de motivos
aparentes, sus asesinatos sumieron a los londinenses en el espanto, ante la
perspectiva de cruzar ciertas calles de la ciudad durante los últimos meses de
1888.
Innumerables detectives e
investigadores expusieron sus teorías respecto a Jack, pero hasta el momento la
cuestión no ha podido ser resuelta de manera definitiva.
No faltan quienes suponen que sus
crímenes se prolongaron durante años, lo que no parece probable. Mas cierto es
que tuvieron lugar entre agosto y noviembre, aunque no a sido posible
establecer la exactitud del número de crímenes que cometió en realidad.
El barrio East End, en el Londres
de la época victoriana, era la prueba más evidente de la miseria y la
desigualdad, en medio de la despreocupación y opulencia de una sociedad llena
de prejuicios, más preocupada, de la igualdad de los caballos que de las
desigualdades de los hombres. Allí parecían haberse reunido todas las lacras y
miserias morales y sociales, al anochecer los callejones, patios y esquinas
eran oscuros antros, sin mas iluminación que la proporcionada por algunas velas
y quinqués que asomaban por los ventanucos. En el interior de los chamizos, los
desheredados de la fortuna trataban de acomodarse como podían. Fuera, en las
insalubres calles, hombres, mujeres y niños, arrastraban una vida miserable,
delictiva y, con frecuencia, rayando lo criminal. Su único alivio consistía en
el olvido que podía proporcionarles una botella de ginebra por unos cuantos
peniques, para muchas mujeres la prostitución era el único medio de vida.
Jack el destripador, penetró en
este hervidero humano en 1888 y con el llegó el miedo y el terror.
Su primer crimen tuvo lugar en
Gunthorpe Street, su victima, Martha Turner, una prostituta de mediana edad
cuyo cadáver fue encontrado a las 5 de la madrugada en un portal de dicha
calle. El cuerpo presentaba 39 puñaladas y el asesino había utilizado dos armas
diferentes, una de ellas un cuchillo de hoja larga y la otra un instrumento de
cirugía.
Otra prostituta, Mary Ann
Nicholls, de 42 años, tuvo la mala suerte de encontrarse con Jack en el
callejón de Buck´s Row, en la madrugada del 31 de agosto, la encontró un
cartero no lejos de allí, en un patio interior del East End, con el cuerpo
destripado y un corte en la tráquea.
El siguiente asesinato tuvo lugar
el 8 de septiembre, la victima otra prostituta, Annie Chapman, de 47 años. Un
dependiente del mercado de Spitalfields encontró el cuerpo en un patio de
Hanbury Street. La cabeza casi completamente separada del cuerpo, había sido
atada con un pañuelo alrededor del cuello para mantenerla fija. Sus sortijas,
algunas monedas y otros efectos personales, habían sido esparcidos entre los
nauseabundos restos. Había sido totalmente destripada, le faltaba un riñón, los
ovarios y dos dientes, todo ello de tal forma que revelaba que el asesino
poseía considerables conocimientos anatómicos y quirúrgicos.
Grupos de espontáneos vigilantes
recorrían las calles armados con garrotes, principalmente por las noches, la
policía detuvo a varios inocentes, solo se pudo inferir que el criminal parecía
ser zurdo y que tenía notables conocimientos de medicina.
El 28 de septiembre, la agencia
central de noticias recibió una nota firmada por el propio Jack el destripador,
y que sería la primera de una larga serie de misivas de las que existen razones
mas que suficientes para creer que en realidad eran firmadas por el asesino en
persona y cuyo contenido era “odio a las prostitutas y seguiré destripándolas
hasta que me canse”. El conocimiento de este hecho incrementó el pánico,
mientras se fracasaba en los intentos por encontrarle por parte de la policía.
La noche del 30 de septiembre, se
cebó en dos mujeres, y dejó la única pista de sus crímenes, Tras el número 40
de Berner Street, fue encontrado en un patio el cadáver de la sueca Long Liz
Stride, vertiendo aún sangre a borbotones por la garganta, pero sin presentar
ninguna mutilación de órganos. Posiblemente estuvo a punto de ser sorprendido
antes de sus atroces prácticas, y furioso por el fracaso se encaminó al oeste
de Whitechapel, allí se encontró con Catherine Eddowes, de 43 años, cuyo cuerpo
fue apuñalado de forma tan atroz que era prácticamente irreconocible, un vecino
declaró haber visto a un hombre huir del lugar de los hechos portando un
maletín negro.
Un reguero de sangre se extendía
desde el cuerpo mutilado hasta un portal donde alguien escribió con tiza, “los
judíos no tienen la culpa”, el jefe de policía Charles Warren ordenó que fuera
borrado inmediatamente sin calcarlo ni fotografiarlo.
Al día siguiente , la agencia de
noticias recibió una nueva nota, en tinta roja, en la que el criminal
manifestaba haber sido sorprendido cuando iba a mutilar a su primera victima, y
que la segunda casi le descubre al gritar.
El 9 de noviembre, actuó de
nuevo, la última persona, aparte del criminal, que pudo ver con vida a Mary
Jeannette Nelly de 25 años, también prostituta, fue un transeúnte llamado
George Hutchinson.
Según sus declaraciones estaba
acompañada por un hombre pequeño y bien vestido, bigote rubio y sombrero de
caza. A primera hora de la mañana encontraron su cadáver en su domicilio. Apareció
desnuda y ensangrentada, la cabeza casi separada del cuerpo y el corazón
depositado sobre la almohada, sus entrañas colgaban del marco de un cuadro.
Mary fue al parecer la última
victima del destripador, aunque según algunos estudiosos se cometieron otros
tres asesinatos mas.
Jack el destripador apenas dejó
rastros apreciables para el nivel técnico de la policía de aquella época.
La policía cerró el caso pocos
meses después de la muerte de Mary Nelly.
Según las hipótesis de Melville
Macnaghten, de Scotland Yard, la policía se centro en tres sospechosos, un
medico ruso llamado Miguel Ostrog, un judío polaco apedillado Kosmanski que
aborrecía a las mujeres y un abogado corrupto llamado Montague John Druitt, los
familiares de Druitt estaban convencidos que éste y el destripador eran la
misma persona, su primo, el doctor Lionel Druitt tenía una clínica de cirugía
en Whitechapel minories, a 10 minutos del mas alejado de los lugares de los
crímenes. Druitt no fue ni interrogado ni detenido, poco después del último
asesinato desapareció repentinamente. El 31 de diciembre se encontró su cuerpo
flotando en el tamesis.
Para otros, el destripador era un
medico famoso, deseoso de venganza por la muerte de uno de sus hijos, consecuencia
de una enfermedad venérea.
Y para otros, era el hijo de un
aristócrata encerrado algún tiempo en un manicomio en la localidad de Ascot,
tesis muy arraigada entre las clases populares que creían que la policía conocía
la identidad de Jack el destripador pero deseaba mantenerla en el anonimato al
pertenecer a la nobleza o aristocracia.
A día de hoy solo una persona sabe la verdad de todo : el propio Jack el
destripador.
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