
En lugar de la típica bola de cristal, Kelly, quien era quien hacía las veces de vidente, utilizaba un trapezoedro de múltiples facetas. Los ángeles de los que habla Kelly en su primera revelación de las Claves Enoquianas, obtenidas gracias a las ventanas del cristal, son ángeles sólo porque los ocultistas de todo género sufren de constipación metafísica hasta el día de hoy. Ahora que todo está más claro, y los ángeles son vistos como ángulos (*) y las ventanas a la cuarta dimensión se abren y conducen a la temida Puerta del Infierno.
En Enoquiano, el significado de las palabras, combinado con la calidad de las palabras, se unen para crear un parámetro sonoro que puede causar una reacción tremenda en la atmósfera. Las cualidades tonales barbáricas de este lenguaje le da un efecto verdaderamente mágico que no pierde al ser descrito.
Durante muchos años las Claves Enoquianas, han permanecido revestidas de secreto. Las pocas impresiones que se han hecho hasta ahora eliminan completamente la redacción correcta, ya que la traducción apropiada ha sido disfrazada con la utilización continua de eufemismos, y diseñadas solo para despistar al mago inepto o al inquisidor de turno. Apócrifas como se han vuelto las llamadas Enoquianas son las semillas Satánicas de fe. Libres de términos como sagrado y angélico, y grupos de números escogidos arbitrariamente, el propósito de los cuales es actuar como sustitutos de palabras blasfemas; he aquí, pues, las verdaderas Llamadas Enoquianas.
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