El
sanatorio preventorio de la Sabinosa se encuentra en Tarragona, entre las
playas de Sabinosa y la Arrabassada.
Abrió
sus puertas en el año 1929, fue diseñado por el arquitecto Francesc Monravá i
Soler, dando servicio como centro sanitario durante la Guerra Civil Española.
El hospital dio alojamiento a los republicanos durante la derrota del Ebro.
Su
arquitectura pertenece a la de hospitales de unidades múltiples, cada bloque
del conjunto tiene solo unos pisos, con cuatro alas principales flanqueando un edificio
central.
Dentro
del hospital se pueden encontrar calles, plazas, fuentes y pabellones con un
trazado simétrico.
Más
tarde pasó a ser un sanatorio de tuberculosos infantil con una capacidad de 600
plazas y 9 módulos que constan de entre dos y cuatro plantas cada uno. La
persona que supervisó las instalaciones antes de su apertura como preventorio
en el año 1946 fue la Vocal del Patronato Antituberculoso Doña Irene Roig.
Los
pacientes eran niños de entre siete y doce años y ninguno de ellos tenía la enfermedad
diagnosticada. Simplemente eran jóvenes que podían ser propensos por su
constitución física o haber estado en contacto con personas infectadas.
Durante
décadas fue el lugar donde generaciones de niños huérfanos del régimen
franquista fueron encarcelados y maltratados.
Muchos
testimonios afirman que muchos de estos niños sufrieron malos tratos por parte
de las cuidadoras. Los módulos del 1 al 8 eran utilizados para acoger
a los niños con familia. Estos llevaban unas vida en el sanatorio menos estricta
y dura, donde las humillaciones y malos tratos eran menos frecuentes.
Pero el módulo 9 era otra
historia.
Aquí
estaban los niños que habían sido recogidos de la calle, con los cuales
lamentablemente las cuidadoras volcaban sus frustraciones.
Según
testimonios anónimos, los niños estaban recluidos como en una prisión y no
podían ejercer el derecho de libertad ni para ir al servicio a determinadas
horas.
Tampoco
se les permitía jugar de forma frecuente ni beber más de un vaso de agua al
día. Frecuentemente eran sometidos a continuos castigos físicos por parte de
las cuidadoras del centro.
En 1967
como muchos sanatorios al ser erradicada la enfermedad, la Sabinosa cierra sus
puertas.
Al
entrar al abandonado sanatorio, se notan cambios de temperatura de calor a frío
sin motivo aparente para ello, según se recorre el lugar se pueden escuchar
voces de niños, tanto en el interior, como fuera del edificio, sin que haya
nadie en el lugar.
Algunos
testimonios de lo allí ocurrido :
Anónimo
1, Cartagena. – Entre los años 1952 y 1954, estuve dos veces en este
preventorio. Solo me quedan pocos recuerdos, Cuando salíamos a la playa, nos
obligaban a estar sentados, en corro, y jugábamos con las piedras. Desde la
llegada solíamos cantar los días que nos faltaban para volver a casa, menos
cuando pasábamos delante del viejo Cicuta, el peluquero. Que nos pelaba casi al
cero, entonces cantabamos “quien te ha cortado el pelo Cicuta el peluquero”.
También me acuerdo de la cara del “facha” director, que algunas veces con aires
de Joaquin Blummen, nos hacía hacer una gimnasia tan pobre que consistía en
tres movimientos, y que decir de ese cura. Cogí a hurtadillas y fui a la cocina
para coger simplemente un trozo de pan, volví... me pregunto donde había estado
el cura, quizás sea la única vez que mentí a un confesor.
Esto es
como los viajes, si fueran perfectos, no tendríamos nada que contar a nuestros
nietos.
Anónimo
2, Madrid.- “Yo fui uno de los niños que estuvo tres meses de mi vida en esa cárcel,
donde te obligaban a comer pura bazofia y estar tres horas diarias de siesta durmiendo
en la misma postura (todos los niños acostados del lado derecho) y si dabas con
una cuidadora con mala leche y sospechara que te movías en la cama durante la
siesta se pegaba contigo como si fuera un hombre tratando de hacerte todo el
daño que podía.
Pero en
fin, solo fueron tres meses, por aquel entonces había sitios peores (internados
del estado) con trato deshumanizado hacia los niños, por personas con sotana,
que supuestamente debían ser los mas humanos, pero no. No era así, y espero se
pudran en el infierno todos esos torturadores que dejaron a esos niños de
entonces marcados de por vida.
El
delito de estos niños era el ser pobres de solemnidad.
Anónimo
3, Madrid .- Yo estuve en ese preventorio, pero nadie me previno de lo que allí
se cometía. Recuerdo el sonido de las piedras de pedernal golpeando los
somieres metálicos para desprender los chinches y pisarlos de forma
inmisericorde cuando aterrizaban en el suelo, también el rosario diario (a
costa de intentarlo consiguieron que llegase a odiar la religión católica). Era
el verano de 1966, yo tenia 7 años, recuerdo como nos obligaban a entregar la
correspondencia abierta par poder intervenir las quejas a nuestros
progenitores. Con todo, el peor recuerdo que tengo es la sensación de absoluto abandono
a nuestra suerte en manos de aquella horda de personajes sacados de los cuentos
de Edgar Allan Poe. Un abrazo muy cordial a todos los que como yo disfrutamos
de las bondades del régimen”.
A día de hoy hay un proyecto para levantar una universidad
en el lugar donde está el sanatorio.
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