Hermod, el valiente en el
combate, es hijo de Odin y Frigg. Es el mensajero de los dioses, por su valor,
su agilidad y su velocidad. Odín le había otorgado un casco y un corselete para
protegerlo, además de un báculo mágico, Gambantein, pues el báculo era el
emblema de los viajeros. Hermod está siempre dispuesto a salir con prontitud a
todos los rincones del mundo para hacer cumplir los designios del Padre de los
Dioses.
Hermod acompaña con
frecuencia a las Valquirias en las cacerías, y en las batallas blande con
frecuencia a Gungnir, la lanza de Odín , quien le ordena que la arroje sobre
las cabezas de los combatientes para transformar su ardor en furia.
Tras la batalla y aún en
compañía de las Valquirias Hermod guía a los valientes a la morada de Odín, el
Valhalla. Por esta razón en muchas tradiciones se le considera el que guía a
los muertos a la tierra más allá de la vida.
Fue Hermod quien viajó al
reino de Hel, la diosa de la tierra de los muertos, para tratar de convencerla
de que liberara a Balder, quien había muerto por obra de Loki. Para esta
empresa Odín le había prestado a Sleipnir, el veloz caballo de ocho patas, para
viajar al inframundo. Aunque por la malicia de Loki, Balder debió permanecer al
lado de Hel, Hermod logró llevar de regreso a Odín el brazalete de su hijo
perdido.
Una leyenda protagonizada
por Hermod tiene lugar antes de la muerte de Balder, con la que guarda
relación. Odín había tenido sombríos temores sobre el futuro, pero a pesar de
su poder fue incapaz de penetrar los velos del porvenir, y no pudo obtener de
las Nornas , las diosas del destino, una respuesta a sus inquietudes.
Los Ases sabían que en las
tierras heladas de los finlandeses habitaban magos poderosos, que podían
convocar a las tormentas y a los espíritus de la naturaleza. El más poderoso de
estos magos era Rossthiof, quien tenía el poder de predecir el futuro, aunque
evitaba hacerlo con frecuencia. Rossthiof era también un ladrón, que usaba sus
artes místicas para atraer a los viajeros hasta su guarida, donde los asesinaba
para robarles sus caballos.
Ansioso por las dudas
sobre el futuro, Odín ordenó a Hermod que montara en Sleipnir y cabalgara hasta
Finlandia y buscara el consejo de Rossthiof. Hermod obedeció de inmediato.
La empresa no era fácil,
pues el mago había rodeado su guarida con hechizos y trampas para evitar ser
atacado. Pero en vez de su báculo, Hermod llevaba el cetro de Odín, donde
estaban talladas las runas. Con el poder mágico del emblema del poder de Odín
Hermod logró traspasar las defensas de Rossthiof, derrotando monstruos y
superando peligros invisibles. Así llegó hasta la morada del mago.
A pesar de la resistencia
de Rossthiof, Hermod pudo apresarlo y atar sus manos y sus pies, tras lo cual
le dijo que no lo liberaría hasta haber revelado lo que sabía del futuro. El
mago pudo darse cuenta de que no tenía escapatoria, y aceptó cumplir con las
demandas de los dioses. Empezó entonces a murmurar encantamientos, y conforme
el sortilegio aumentaba su poder el sol se oscureció, la tierra tembló y los
vientos aullaron entre las montañas y los bosques. Luego le señaló a Hermod el
horizonte.
El dios pudo ver entonces
una visión de un gran río de sangre que enrojecía la tierra en la distancia. De
pronto apareció una hermosa mujer ante él, y un momento después un niño surgió
al lado de ella. Ante el asombro de Hermod el niño creció con rapidez, hasta
llegar a la edad adulta en poco tiempo, y agitó hacia el cielo un arco y
flechas afiladas. Tras esto la visión desapareció.
Rossthiof le explicó
entonces a Hermod el significado de la visión. El río de sangre presagiaba la
muerte de uno de los hijos de Odín, pero también dijo que si el Señor del
Valhalla se unía a la giganta Rind ella le daría un hijo que vengaría la muerte
de su hermano.
Hermod
liberó a Rossthiof y emprendió el viaje de regreso a Asgard . Allí relató todo
lo que había visto y oído, con lo que Odín confirmó sus temores, aunque le
quedó el consuelo de que la muerte de uno de sus hijos no quedaría impune. La
profecía se cumplió con el asesinato de Balder, y aquel que lo habría de
vengar, sería Vali, hijo de Odín.
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