jueves, 21 de noviembre de 2013

El edificio de la calle tres forques (Valencia)

Este edificio de siete alturas y ático, cuyos balcones se asoman incrustados sobre el típico ladrillo rojo de las viviendas que se levantaron durante el franquismo, acumula varias tragedias en su historia. La finca da a tres viales diferentes (de hecho tras su construcción en 1957 figuraba en el número 78 de la calle Cuenca). Junto al actual número uno de la calle Tres Forques, sin embargo, hay una placa de la avenida de Benito Pérez Galdós. La esquina puede llevar de cabeza a cualquier cartero novato.
El edificio fue construido en 1957, el año que fallecieron 81 personas por la riada. El primer mal agüero. Una placa del Ministerio de Vivienda anuncia que el inmueble está acogido a los beneficio de la Ley de 15 de julio de 1954, un elemento franquista que todavía perdura en el tiempo.
La muerte de una mujer de unos 30 años a puñaladas a manos de un hombre de 40 ocurrida la madrugada del 2 de marzo de 2012 en un edificio situado en el número 1 de la Avenida de Tres Forques de Valencia es la última de las personas fallecidas de forma violenta o en extrañas circunstancias en esta misma finca desde el año 1968.
El 1 de noviembre de 1968 falleció en este edificio, -aunque en ese momento la calle se llamaba Cuenca-, la famosa vedette Gracia Imperio junto a su ex novio en "extrañas circunstancias", según destacan los periódicos de la época.
Gracia Imperio, conocida como 'la vedette de los ojos musulmanes', fue la protagonista el año 2011 de un largometraje del guionista y cineasta Francesc Betriu, que aborda los misterios que envolvieron el caso 42 años después, a la vez que se analizan la revista y las varietés en el contexto de la sociedad española de la época.
La vedette y su novio fueron encontrados sin vida en la bañera. La espita de gas estaba abierta, así que se barajan todavía hoy diferentes teorías en torno a las muertes de ambos.
Había debutado en el teatro de La Zarzuela de Madrid. Era una de las estrellas de la revista y las lentenjuelas, una mujer explosiva que se codeó con Antonio Machín y triunfó en Madrid, Barcelona y Valencia.
Un modisto descubrió los cadáveres de la conocida vedette y su ex novio en la vivienda que la artista había alquilado. La dueña del Mogambo Club de Valencia y de casi todas las casas del edificio, Mercedes Viana, ofreció a Emilia Argüelles, el nombre real de Gracia Imperio, la posibilidad de instalarse en uno de sus pisos. La vedette iba a residir una temporada en Valencia porque dos salas de fiestas la habían contratado.
El modisto había llamado de forma insistente a la puerta. Nadie contestó. Llevaba una llave del domicilio porque tenía que preparar el vestuario de la artista. Sin embargo, no quiso entrar y llamó al portero del edificio para que le acompañara. Temía que hubiera ocurrido algo grave. Y no se equivocó.
Emilia Argüelles llevó de cabeza a la censura franquista porque acostumbraba a cantar mostrando sus pechos y siempre le persiguió un mal llamado halo de misterio, vinculado a su éxito con los hombres y su paso por la prisión por un aborto. A partir de 1962, Gracia Imperio se bajó del teatro para subirse a las salas de fiestas y espectáculos de variedades. Y es aquí donde Valencia se cuela en la vida y la muerte de la artista. Fue la reina del Broadway valenciano, es decir, los teatros de Ruzafa (que han desaparecido de la trama urbanística).
Tiempo después, otro vecino del edificio, el cuñado de Mercedes Viana (la dueña del Mogambo Club y 11 pisos de la finca), falleció al caer o arrojarse por el hueco de la escalera, tenía problemas mentales.
La cuarta víctima fue un joven de 18 años. Murió en su domicilio en el octavo piso tras consumir presuntamente drogas cuando celebraba su cumpleaños con sus amigos. Sus padres no estaban en casa.
Unos años más tarde, ya en la década de los 70, murieron dos hermanos de corta edad al caer por la ventana.
Uno de los niños estaba saltando en la cama, ubicada cerca de la ventana, y en uno de los saltos se precipitó al vacío. Al intentar alcanzarlo, su hermana corrió la misma suerte.
Otra de las personas fallecidas residía en la puerta 15. Un hombre muy trabajador y educado, según los vecinos, su madre llevaba varios días sin poder contactar con él por teléfono, y cuando vinieron para ver qué pasaba descubrieron el cadáver.
Un estafador del caso de la Nueva Esperanza, una inmobiliaria que cobró más de 100 millones de las antiguas pesetas por viviendas que nunca entregó, también tuvo su domicilio en el número 1 de la calle Tres Forques.
Otro delincuente saltó del tercer piso cuando huía de la policía y se rompió la piernas.
En los años 80, un anciano se quitó la vida al lanzarse desde una de las viviendas.
Y en la madrugada del 2 de marzo de 2012, Javier O., uno de los vecinos de la puerta 10, mató presuntamente a una prostituta y escondió el cadáver en el trastero del edificio.
El homicida, de 40 años y con antecedentes policiales, fue detenido unos 10 minutos después por la policía nacional en el centro de la ciudad. El sospechoso llevaba la ropa manchada de sangre y un cuchillo cuando fue apresado en la calle Balmes.
Los gritos de la víctima despertaron a varios vecinos, que llamaron a la policía o se asomaron por la mirilla de su puerta Eran las cinco de la madrugada. Al lugar de los hechos acudieron con urgencia varias patrullas de la policía nacional. Los agentes descubrieron el cadáver de la mujer en el portal de la finca.
El homicida escondió el cuerpo en un trastero donde los vecinos guardan bicicletas y utensilios viejos. Había señales de arrastramiento y la puerta del trastero estaba abierta.
Un médico del SAMU certificó la muerte de la mujer y dejó el camino libre a los investigadores y el forense.
Un equipo de policía científica realizó una minuciosa inspección en el portal del edificio, el cadáver y las escaleras, donde un rastro de gotas de sangre llevó a los agentes hasta el piso donde residía el detenido: la puerta 10 en la quinta planta de la finca. Mientras tanto, agentes del grupo de homicidios recogían los primeros testimonios de un compañero de piso del homicida y de varios vecinos que habían oído golpes y gritos.
Según la reconstrucción de los hechos realizada por el grupo de homicidios de la policía nacional, el homicida bebió una botella de vino durante la cena con un compañero de piso. Al parecer, Javier O. también consumió cocaína. Ambos residen en sendas habitaciones realquiladas por un tercer hombre, que también vive en la vivienda. Uno de los inquilinos se marchó a trabajar, el otro se fue a dormir a su habitación y Javier O. contrató los servicios de una prostituta brasileña. La víctima, que no llevaba ningún documento de identidad, recibió una paliza mortal sobre las cinco de la madrugada. Un vecino escuchó sus gritos poco antes del crimen.  Era Edilene Oliveira, de 32 años, que intentaba zafarse de su agresor.

sábado, 16 de noviembre de 2013

La abadía de los muertos

La iglesia abadía de Santa María la Mayor (Jaén) es uno de los emplazamientos sacros que tiene -en relación con su tamaño- mayor número de cadáveres por metro cuadrado de la Península Ibérica. Pero, además, posee una particularidad añadida que la hace aún más lóbrega: no todos los muertos encontrados en ella estaban enterrados. Muchos han aparecido en aljibes de agua, en el interior de vasijas y en las cavidades de relleno de los pilares y de las paredes.
Se encuentra enclavada en la fortaleza de la Mota, en Alcalá la Real (Jaén). Según las crónicas, en 1341 el rey Alfonso XI ordenó erigir un templo de estilo gótico sobre los restos de la mezquita mayor que allí se emplazaba. La iglesia mantuvo su función religiosa hasta 1530. En ese año comenzó la construcción de la iglesia mayor abacial, que se prolongó casi un siglo, hasta 1627. En su estructura se mezclan motivos árabes, platerescos y renacentistas. Sin embargo, lo que llama la atención son los elementos siniestros que se han encontrado en ella. Y es que entre los muros de este templo han aparecido tal cantidad de cadáveres y restos humanos que exceden lo que habitualmente cabría esperar en un lugar de estas características. Pero eso no es todo... Muchos de estos restos han sido localizados en lugares totalmente inesperados y en posiciones grotescas y forzadas. Los hallazgos son tan macabros que han provocado que se denomine a este lugar "la abadía de la muerte".
Cuando en la década de 1980 comenzaron los trabajos de restauración del recinto de La Mota nadie sospechaba que la abadía fuera a deparar tantas sorpresas. Esta iglesia tuvo que soportar un sinfín de desastres, tales como un incendio -provocado por los franceses durante la Guerra de la Independencia- y un terremoto en 1874. Además, durante los últimos años del siglo XIX parte de su estructura fue utilizada como cementerio municipal. Con semejantes antecedentes no es difícil imaginar el estado en el que se encontraba la abadía cuando se inició su restauración. Pero lo que nadie podía imaginar es que tras ese panorama desolador se escondía un secreto tan terrorífico.
Al iniciarse las obras de restauración de la iglesia los equipos arqueológicos, supervisados desde hace más de dos décadas por el arqueólogo jefe Carlos Borrás i Querol, se llevaron la primera sorpresa. Cuando procedieron a las tareas de desescombro descubrieron, diseminados por toda la base del templo, decenas de restos humanos. Posteriormente, cuando se disponían a acondicionar la parte superior, entre los restos de la techumbre y de las vigas que aún permanecían en pie hallaron despojos humanos amontonados. Pero ¿por qué había muertos en los techos?
Todos eran conscientes de que al tratarse de un recinto sagrado iban a encontrar cadáveres de personajes ilustres y poderosos de la historia de La Mota, pero nadie pensó que allí abajo descubrirían un auténtico camposanto de magnitudes desproporcionadas. Sin embargo, no tardaron en comprobar que toda la base del templo era una verdadera "colmena" de tumbas en la que se apiñaban, casi hasta la saturación, millares de cuerpos. Algunas fosas, modificadas hasta el límite, contenían más de una veintena de cadáveres y despojos diversos.
Debido a la mentalidad que reinaba en los siglos XVI, XVII y XVIII "todo el mundo quería ser enterrado cerca del altar, así que se pagaba lo que hiciera falta para conseguirlo. Pero ¿qué ocurre si el muerto no era de una familia pudiente? Estaba condenado a una fosa común, normalmente fuera del emplazamiento amurallado. Y aquello no era bueno para el alma del difunto. Por este motivo se extendió la creencia de que, aunque no fuera posible estar cerca del altar, mientras se yaciera en el terreno sagrado no importaba el lugar. Así pues, con el beneplácito de algunos miembros de la abadía -y siempre en función del dinero que se tuviera-, los menos favorecidos también pujaban por la salvación de sus almas. De este modo, la iglesia mayor abacial se convirtió en un espacio en el que la muerte y el negocio iban de la mano.
"Todas las tumbas han sido remodeladas, rectificadas, reexcavadas, vaciadas y vueltas a llenar varias veces. No hay debajo otras tumbas, pero cada una ha sido reutilizada hasta la saciedad." Es decir, a los cadáveres que había originariamente se les sumaron otros hasta que su número fue tan elevado que o se hacían túmulos nuevos o se aprovechaban otros espacios en los que albergar, a modo de fosa común, aquellos que ya sólo eran huesos y que, por tanto, ocupaban menos volumen.
Todo ello explica por qué había restos humanos hasta en los techos. En función del dinero que se pagaba se enterraba al difunto en el suelo o en el techo para que la cantidad desembolsada no supusiera un problema a la hora de "gozar de la presencia divina". Normalmente, los cadáveres de los pobres eran sepultados en fosas situadas fuera de La Mota, pero "por las noches los desenterraban y los volvían a enterrar debajo de las tejas, o entre las vigas. Se han encontrado cuerpos en posiciones grotescas, porque se hacía de noche y deprisa. Con tal de que estuvieran en lugar sagrado era suficiente, personas con las piernas colgando, las bocas abiertas y algunas, desmembradas."
Aparte de los sitios ya mencionados, todo en el interior de la abadía era susceptible de ser utilizado como lugar para albergar a los difuntos: aljibes de agua, silos de grano, vasijas de grandes proporciones, cavidades de relleno de los pilares y de las paredes... Todo era válido. Curiosamente, esta práctica ha supuesto un verdadero problema a la hora de datar no sólo las tumbas sino también los propios cuerpos. Lo único evidente es que sus muros han dado cobijo a millares de cadáveres de personas cuyo máximo deseo era yacer en terreno sagrado.

jueves, 7 de noviembre de 2013

El fantasma de Catalina Howard


Catalina Howard, conocida como "la rosa sin espinas" nació alrededor del año 1522, siendo la segunda de las cinco hijas de Lord Edmund Howard y de Joyce Cultpepper, siendo prima por el lado paterno de Ana Bolena. El padre de Catalina estaba constantemente endeudado y con problemas económicos.
Su sobrina Ana le consiguió un empleo en el gobierno, trabajando para el rey en Calais.
En ese momento, la joven Catalina fue enviada a vivir con su abuela, Isabel Tilney.
Su abuela regentaba una casa de huéspedes y recibía a numerosos visitantes. Su abuela estaba constantemente en la corte, así que Catalina pronto se vio envuelta en los enredos amorosos existentes en la casa.
A finales de 1539, Catalina consiguió el empleo de dama de compañía de la nueva esposa de Enrique VIII, la reina Ana de Cleves.
Al ser una adolescente atractiva, Catalina captó la atención del rey Enrique que anuló su matrimonio con Ana el 9 de julio de 1540 y se casó con Catalina, que había sido su amante durante dos meses, el 28 de julio del mismo año en el palacio de Oatlands, en Surrey.
Enrique tenía casi 50 años mientras que Catalina estaba aún en la adolescencia.
Enrique, viejo y obeso, llenó a su joven esposa de joyas y otros regalos extremadamente caros. El rey desconocía el pasado de Catalina a la que consideraba una reina joven y virtuosa.
A pesar de todas estas riquezas, Catalina encontró que su matrimonio no le satisfacía y buscaba entretenimientos amorosos en cualquier parte. Inició un romance con uno de los cortesanos favoritos del rey, Thomas Culpeper.
En 1541 aumentaron los rumores sobre la conducta de la reina. Uno de los antiguos compañeros de Catalina reveló la relación que la reina había mantenido relaciones con Francis Dereham. En un principio, el rey no quiso creerlo hasta que las evidencias fueron demasiado claras para negar el hecho.
Catalina fue puesta bajo vigilancia en sus aposentos, acompañada tan sólo de una de sus damas de compañía. Fue interrogada por los consejeros del rey en numerosas ocasiones.
Se habló de divorciase y exiliar a Catalina hasta que se descubrió una carta de amor que había escrito a Culpeper, Sin embargo, la reina apenas sabia escribir su nombre, lo que demuestra la falsedad de esta supuesta carta. .
Se le acusó de adulterio que, en el caso de la reina, significaba traición.
La reina fue encerrada en la abadía de Middlesex en invierno de 1541. Thomas Culpeper y Francis Dereham fueron ejecutados el 8 de diciembre de 1541. El caso de la reina llegó al parlamento en enero.
Un día, mientras Enrique VIII asistía a misa en el palacio de Hampton Court, Catalina logró escapar de sus aposentos, donde había sido encerrada hasta que el rey decidiera su destino. La joven llegó a la carrera hasta la puerta de la capilla; pero no tuvo oportunidad de pedir clemencia al monarca. Los guardias la detuvieron y la arrastraron de vuelta a sus dependencias mientras imploraba a gritos el perdón de su marido.
Fue llevada a la Torre de Londres el 10 de febrero de 1542. La noche antes de su ejecución, Catalina pasó horas practicando como colocar su cabeza sobre el cadalso.
Fue ejecutada el 13 de febrero de 1542, llegando al cadalso con dignidad aunque se la veía pálida y aterrorizada.
Antes de morir, pidió perdón a su familia y rezó por la salvación de su alma. Su muerte fue rápida y fue enterrada en la capilla de San Pedro-ad-Vincula, junto a su prima Ana Bolena.
Catalina fue reemplazada en el lecho de Enrique VIII por Catalina Parr. Sin embargo, Catalina Howard nunca abandonó Hampton Court.
Desde que en 1870 la reina Victoria abrió el palacio al público, el pasillo por el que fue arrastrada Catalina ha sido escenario de fenómenos extraños, hasta tal punto que es conocido como la Galería Encantada. Ya a principios del siglo XX, el pasaje "había sido asociado a experiencias inusuales que incluían visiones de una misteriosa dama blanca que se pasea por la citada galería llorando desconsoladamente, alaridos inexplicables, cambios bruscos de temperatura, misteriosos ruidos sin aparente explicación y puertas que se abren y que se cierran sin la intervención de nadie, según una investigación en el palacio de Hampton Court.

domingo, 3 de noviembre de 2013

El misterioso monte Abantos (Madrid)

El monte Abantos, en la Sierra de Madrid, es un lugar donde se han producido apariciones y sucesos de índole paranormal.
El Monte Abantos fue un lugar de culto ya en tiempos anteriores a la invasión romana, existen algunos restos arqueológicos encontrados en la zona, el mas conocido es la silla de Felipe II la cual se cree fue tallada en la roca durante la época de la construcción del monasterio del Escorial, de modo que Felipe II pudiera ver como transcurrían las obras.
Felipe II posiblemente fue atraído por las fuerzas ocultas y mágicas del monte Abantos, pues siempre se sintió atraído por estos temas. Ordenó la construcción del monasterio de San Lorenzo del Escorial orientado hacia el altar sagrado o silla de Felipe II, que ya estaba en aquel lugar desde mucho tiempo antes a la construcción del monasterio, pudo elegir ese lugar concreto para con el monasterio sellar una supuesta puerta al infierno que dicen se encuentra en esta localidad..
La planta del edificio, con sus torres, recuerda la forma de una parrilla, por lo que tradicionalmente se ha afirmado que esto se hizo así en honor a San Lorenzo, martirizado en Roma asándole en una parrilla y cuya festividad se celebra el 10 de agosto, esto es el día que tuvo lugar batalla de San Quintín, de ahí el nombre del conjunto y de la localidad, creada a su alrededor para servir de lugar de enterramiento de los restos de sus padres, el emperador Carlos I e Isabel de Portugal, así como de los suyos y los de sus sucesores.
Se dice que el alma de Felipe II esta vagando por dentro y fuera del edificio, que algún monje se aparece por la zona, que extraños gritos se escuchan por las estancias, que los cambios de temperatura son abundantes, que los soplos fantasmales son una rutina
Cuentan en el pueblo que nevaba en el invierno de 1893, el niño Pedrin, era un vecino más de San Lorenzo del Escorial a su edad de 8 años era monaguillo en el monasterio de la localidad.
Una mañana el niño Pedrin se dirigió al monasterio para realizar sus labores de monaguillo, pero sin más desapareció misteriosamente. Al caer el sol y no aparecer Pedrin su madre puso sobre aviso al padre del niño, quién movilizo a los vecinos de San Lorenzo y a la guardia civil que comenzaron su búsqueda, la cual se dilato durante días sin éxito mientras las esperanzas desaparecían.
Fue a la semana aproximadamente cuando su cadáver fue hallado oculto en el monte Abantos por unos cazadores que frecuentaban el lugar. Dicho cadáver, había sido encontrado sin órganos, totalmente vacío por dentro. Nunca se ha sabido el motivo del asesinato, algunos dicen que fue secuestrado dentro del monasterio haciéndole así víctima de una conspiración, mientras otros cuentan que fue un vecino perturbado, un loco de la zona quién cometió tan cruel asesinato.
En el lugar donde se encontró el cuerpo de Pedrin, se puso una cruz en memoria del pequeño de 8 años asesinado brutalmente allí, en sus alrededores se dice ocurren cosas extrañas y misteriosas .
Algunos testigos hablan de unas voces de niño rodeando la cruz. Cruz que si nos acercamos podemos apreciar no solo el importante desgaste con el paso del tiempo, sino unas frases que narran la tragedia que por aquel entonces se vivió en ese lugar, en la cruz de granito dice textualmente: “ 10 de febrero de 1893 fue hallado en este sitio el cadáver del desgraciado niño Pedrín Bravo y Bravo victima del brutal salvajismo”.
Otra apoteósica obra en el monte Abantos mas moderna es el Valle de los caídos, no se construyó en el Monte Abantos por que si. Algo debió de haber hecho que Franco se decidiera por aquel lugar.
Numerosos accidentes y muertes de los albañiles y presos que trabajaron en aquel lugar se sumaron para dar mas misterio y leyenda al lugar.
La Cruz esta considerada como la mayor cruz construida en piedra del mundo, hay enterrados en la zona unos 40.000 muertos de ambos bandos, la mitad mas o menos de cada uno.
Entre la decoración del gran pasillo de entrada, antes de llegar a la gran cúpula el pasillo esta protegido por monjes y grandes ángeles de piedra los cuales están comandados por Azrael, el ángel de la muerte. Tiene por misión recibir las almas de los muertos y conducirlas para ser juzgadas.
Por la noche, se escuchan lamentos, se observan nieblas extrañas, luces por los alrededores de la cruz, susurros y multitud de sucesos.
Testigos que han trabajado en puestos de vigilancia nocturna en los diferentes enclaves comentados anteriormente, dicen haber visto figuras y sombras muy extrañas.
Gente que por el motivo que fuese estaba allí en la oscuridad de la noche, y de repente ver como de la abundante vegetación del lugar desciende una sombra de una estatura aproximada de 2 metros, negro mas negro que incluso se diferencia de la noche, de complexión fuerte y lo mas característico si cabe la posibilidad sin un rostro definido. aproximándose hacia el vehículo, como es obvio en este caso los testigos de tal escalofriante escena arrancan el coche y huyen desconcertados, despavoridos, sin dar crédito a lo que acaban de presenciar en ese mágico y oscuro monte abantos.
Algunos otros dicen haber sentido ruidos muy extraños, bolas de luz y haber notado como fuerzas paranormales les acompañaban por los caminos del monte tanto de día como de noche. Mucha gente ha paseado por el monte encantado y no ha sentido nada mas que paz y naturaleza.
En la zona de la “Cruz Verde” es donde surge la primera leyenda de aparición de la famosa “chica de la curva”. Y en Prado Nuevo las supuestas apariciones marianas y de avistamientos OVNI.

sábado, 2 de noviembre de 2013

La Cornudilla (Valencia), pueblo maldito

Siempre silenciosos, los pueblos deshabitados esconden entre sus ruinas interrogantes sepultados que quizá jamás lleguen a encontrar respuesta. Éste es el caso de La Cornudilla (Valencia), donde aún resiste en pie una vieja casa en la que se producían misteriosos ruidos cuyo origen sigue siendo hoy un enigma.
En la comunidad valenciana, entre las localidades de Requena y Utiel, más concretamente entre los pueblos de los Marcos y los Ruices, situado en medio de inacabables campos de vid, se encuentra La Cornudilla.
Los 40 habitantes de la pedanía de la Cornudilla, en Requena, tuvieron que abandonarla en los años cincuenta del siglo XX a consecuencia de una sucesión de fenómenos extraños que acontecían en las viviendas y que acabaron por aterrorizar a los vecinos.
Un antiguo vecino recuerda que hubo un tiempo en el que se oían ruidos en todo el pueblo: “Parecían pasos, susurros… Incluso, alguien aseguró haber visto sombras extrañas en las casas”. Y es que, aunque la leyenda de La Cornudilla se centra sobre todo en la misteriosa casa, parece que, en un determinado momento, el pueblo entero sufrió la visita de los temidos y revoltosos “duendes”.
Todo comenzó con las habladurías entre las gentes del pueblo de que en sus casas por las noches, podían escucharse conversaciones, voces, susurros, lloros, de lo que ellos llamaban “duendes”. A veces los ruidos eran tan fuertes que las personas tenían que salir a dormir a la calle y los perros se ladraban como locos.
En ocasiones según los ancianos de los pueblos cercanos que entonces eran niños, algunas herramientas y objetos se veían sacudidos por manos invisibles y extrañas.
Pero podría considerarse que el acontecimiento que provocó el espanto y huida de las gentes del pueblo fueron los hechos desarrollados en la conocida hoy como casa de los ruidos. Ese nombre que le fue dado entonces por los lugareños, ha permanecido a lo largo de todos estos años hasta hoy día.
En La Cornudilla, cuya fisionomía se ha difuminado con el paso del tiempo, resiste una modesta casa apartada unos metros del resto de edificaciones derruidas, enclavada en un campo sembrado de uvas y junto a un enorme árbol que proyecta inquietantes sombras sobre sus muros. Si se la mira desde el camino que procede de Los Ruices, parece intacta, como si los años de abandono no hubieran hecho mella en ella, pero, al observarla desde el lado opuesto, su interior queda al descubierto y se pueden apreciar sus entrañas de madera y piedra. Dentro, una escalera conduce al piso superior, el lugar de donde proceden los extraños sonidos que la han convertido en famosa. Esa pequeña edificación es, según la llaman los oriundos, “la casa del ruido”, aquélla que antaño provocó el desasosiego de sus moradores.
La Casa de los ruidos comenzó a hacerse famosa debido a unos extraños ruidos que en ocasiones se transformaban en chillidos, lloros y potentes lamentos que salían de dos pozos ubicados en su exterior.
Conceso Viana cuyo abuelo Enrique García vivió en la “Casa del Ruido” cuenta como su abuelo afirmaba que de estos pozos salían extraños ruidos así como sonidos de pesadas cadenas que golpeaban contra el suelo del piso superior.
Dentro de la casa eran frecuentes fenómenos de poltergeist durante los cuales cubiertos y platos eran arrojados contra las paredes de la casa sin motivo aparente. El terror era tal en algunas noches y los ruidos tan fuertes que los vecinos tenían que salir a dormir a la calle.
No sólo los habitantes de la casa notaban el pesado ambiente que rodeaba la casa, sino que incluso los animales percibían lo que allí ocurría. Perros, caballos y mulas estaban siempre inquietos y agitados.
Los ruidos y fenómenos extraños llegaron a tal extremo que los propios moradores, presos del más absoluto terror, se vieron obligados a dejar la casa y trasladarse a las vecinas aldeas de los Marcos y los Ruices.
Poco a poco el resto de la aldea fue abandonada, no sólo por los fenómenos vividos en la “Casa de los Ruidos”, sino porque como aconteció en muchos pueblos de España en los años cincuenta, la población abandonaba las pequeñas aldeas en busca de pueblos con mayor expansión.